El olor de lágrimas femeninas genera un descenso del apetito sexual masculino, incluso sin que la mujer esté presente, según un reciente estudio de científicos israelíes.

La investigación, efectuada conjuntamente por el Instituto Weizmann de Ciencia de Rehovot y el Hospital Wolfson de Holon, ambas localidades cerca de Tel Aviv, revela que el llanto -pese a carecer de olor- genera un "pronunciado descenso de los medios psicológicos de excitación, incluido un significativo descenso de la testosterona, una hormona vinculada a la excitación sexual".

"Este estudio refuerza la idea de que las señales químicas humanas, incluso algunas de las que no somos conscientes, afectan al comportamiento de los demás", señala su director, Noam Sobel, del Departamento de Neurobiología del Instituto Weizmann, en un comunicado del centro.

Para obtener las lágrimas, los investigadores pusieron a las mujeres voluntarias ante películas tristes en una habitación cerrada.

Posteriormente dieron a oler a un grupo de hombres las lágrimas y a otro una mezcla salina y vieron que éstos no podían diferenciar entre ambas.

Después, situaron una u otra muestra bajo las fosas nasales de los voluntarios, que expresaban sus opiniones y sensaciones sobre las imágenes de rostros femeninos que iban viendo en una pantalla de ordenador.

El test, efectuado con el método de "doble ciego", es decir, ni investigadores ni voluntarios conocían el orden de las muestras, se repitió al día siguiente exponiendo al olor de lágrimas a quien había recibido la mezcla salina y viceversa.

El resultado: las lágrimas no afectaron a las percepciones de empatía o tristeza que generaban los rostros, pero sí reducían las de atractivo sexual.

Se dio entonces a los varones a oler nuevamente las dos opciones y se les situó frente a las imágenes tristes mientras se les preguntaba sobre su estado de ánimo y se medían sus reacciones fisiológicas, como el pulso o la temperatura de la piel.

Una vez más, la exposición a las lágrimas sólo cambió la líbido.

Las reacciones fisiológicas fueron complementadas con un análisis de la respuesta cerebral, que "reveló un descenso significativo de los niveles de actividad en áreas del cerebro asociadas a la excitación sexual" en quienes habían olisqueado las lágrimas.

El estudio ha sido publicado en la revista "Science Express".