¿Se han tornado redundantes los corresponsales extranjeros en vista de la globalización y de los avances tecnológicos como Internet?, se pregunta un libro que publica el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo.

La respuesta que da su autor, Richard Sambrook, es negativa aunque éste reconoce la existencia de presiones de todo tipo que están minando el viejo papel del corresponsal y obligan a adoptar nuevas formas de enfocar los temas internacionales.

Se trata pues al mismo tiempo de un desafío y de una oportunidad que deben aprovechar los grupos periodísticos.

Sambrook parte de la constatación de que las presiones económicas han llevado a muchas empresas del sector a reducir drásticamente en los veinte últimos años el número de sus oficinas en el extranjero.

Al mismo tiempo reconoce que es una evolución que se ha dado sobre todo en los medios occidentales ya que, señala el autor, "con las perspectivas de crecimiento económico", en Asia, las organizaciones periodísticas pueden enfrentarse por el contrario a un período de expansión.

No sólo los países asiáticos sino otras economías emergentes están creando sus propias capacidades periodísticas, lo que tendrá consecuencias a largo plazo para el flujo mundial de informaciones, dominadas sobre todo hasta ahora por una perspectiva eurocéntrica y más concretamente anglosajona.

Las nuevas tecnologías digitales como Internet con el surgimiento de los blogs y los llamados agregadores de información están transformando de modo radical tanto la recogida como la distribución de las informaciones y contribuyendo por un lado a un mayor equilibrio y por otro a un abaratamiento de los costos.

Los medios de interacción social, basados en la Red, están complementando, cuando no liderando, lo que ofrecen los medios informativos tradicionales y ofrecen nuevos materiales a los reporteros al tiempo que compiten sin embargo con aquellos.

Otro fenómeno analizado en el libro es el aprovechamiento no sólo por los gobiernos sino también por las empresas y organizaciones de las posibilidades tecnológicas de Internet para defender sus causas directamente sin la tradicional intermediación de los periódicos.

Las organizaciones periodísticas se han visto cada vez más expuestas al impacto de las fuerzas del mercado con consecuencias muchas veces brutales, pero la globalización ha permitido la apertura de nuevas perspectivas culturales, que, como señala Sambrook, han puesto en cuestión muchas cosas que se daban por supuesto en la cobertura internacional.

Si por un lado numerosos medios se han visto obligados al cierre de corresponsalías extranjeras por motivos económicos, por otro se han ofrecido más oportunidades a los periodistas locales y a los llamados "free-lancers" (por libre), que ofrecen sus informaciones a varios medios al mismo tiempo.

Tal y como lo ve el autor, en el futuro los corresponsales extranjeros serán más diversos en cuanto a género -no dominarán ya los varones-, origen étnico y trasfondo cultural. Dominarán el idioma del país desde el que informen en lugar de recurrir a traductores e intérpretes, como ocurre en muchos casos sobre todo con los anglosajones, tan reacios a aprender otros idiomas.

Su labor además no estará muchas veces circunscrita a una región geográfica, sino que habrá una mayor tendencia a la especialización temática, y parte de su papel consistirá en "verificar, interpretar y explicar" dado el caudal creciente de informaciones, imposible ya de digerir.

Si bien los corresponsales extranjeros diferirán en muchos aspectos de sus predecesores, entre otras cosas por la necesidad de trabajar en distintos soportes, hay al menos algo en lo que no cambiarán, señala el autor, y es "su responsabilidad de ser testigos independientes" de lo que ocurre a su alrededor.