Indonesia, una gran potencia manufacturera de tabaco, registra desde hace varios años un estelar aumento del número de fumadores entre hombres, mujeres y niños, debido a los intereses de la industria tabaquera y al escaso control del Estado.

Más del 65 por ciento de los hombres fuma tabaco en el cuarto país con más población del mundo (unos 245 millones de personas) y, a pesar de que sólo el 5 por ciento de las mujeres son consumidoras, la cifra de adictas se ha triplicado en los últimos diez años, según datos de la Organización Mundial de la Salud(OMS).

No solamente el número de mujeres adictas al tabaco crece en Indonesia, sino que también cada vez son más los jóvenes que empiezan a fumar a una edad temprana, entre los 10 y 15 años.

Ese es el caso de Agus, un adolescente de 16 años que, con diez cumplidos, comenzó a fumar cigarrillos porque muchos de sus amigos "lo hacían y pensaba que era guay".

La razón argumentada por este joven es muy común en el país asiático, donde la mayor parte de los cigarrillos que se comercializan, llamados "kretek", tienen un sabor dulzón debido a que el tabaco está mezclado con clavo, una especia considerada parte de la historia y de la cultura de Indonesia.

"Fueron los holandeses los que empezaron a explotarlo como producto colonial cuando llegaron al archipiélago, pero a su alrededor existe un ambiente bastante nacionalista que no es del todo verdad", explicó Luise Baker.

La experta de la OMS indicó que hasta la fecha ningún estudio científico ha probado que el clavo perjudique la salud más que el tabaco, pero, como dulcifica el sabor de la nicotina, consigue que "comenzar a fumar sea más fácil para jóvenes y otras personas que, de no ser así, jamás empezarían".

Eso le sucedió a Utin (un solo nombre, como tantos indonesios), una mujer de 33 años, que empezó a fumar con 15 años atraída por el "goloso olor" que desprende esta especia.

Indonesia es uno de los principales mercados de tabaco del mundo, sólo comparable a China y la India, las dos naciones más pobladas del planeta, pero las autoridades no han mostrado determinación en la lucha contra la adicción debido, sobre todo, a las presiones del lobby de la industria.

El Ministerio de Sanidad reconoce el problema, pero alega que la responsabilidad de regular los anuncios de marcas de tabaco y los lugares públicos donde se puede fumar corresponde a los gobiernos locales.

En algunas poblaciones, como en Yakarta, existen reglas acerca de la prohibición de fumar en lugares públicos, pero ni son respetadas ni aquellos que las incumplen son perseguidos.

El poder de la industria tabaquera es tan grande en el país que incluso logró que se retirase, por un tiempo, la cláusula de que la nicotina es adictiva que contenía la Ley de Salud de 2009.

De hecho, la industria del tabaco y los cultivadores de clavo han recurrido al Tribunal Constitucional para corregir la ley sobre la naturaleza adictiva del tabaco.

Las divergencias entre la industria tabaquera y la OMS son grandes hasta en la cifra de trabajadores relacionados con la manufactura del tabaco: los primeros alegan cinco millones y el segundo sólo un millón.

La contribución del sector a los ingresos fiscales del Estado no llega al cinco por ciento, mientras Indonesia, al igual que la India y China, corre el riesgo de que su sistema de salud no pueda atender todos los casos de afecciones derivadas del tabaquismo, según Baker.

La especialista reconoció que, aunque el país avanza más despacio que el resto en materia de salud y medidas antitabaco, es posible que para 2013 se implemente una nueva regulación que establezca a nivel nacional lugares libres de humo y que las cajetillas lleven advertencias de las enfermedades derivadas del consumo.

Todo un hito en una nación en la que los más pobres llegan a gastar el 20 por ciento de su salario mensual en cigarrillos, más que en comida, ropa o educación.

Indonesia es el único país de Asia que no ha firmado el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco.