Ibrahima Sarr es uno de los estudiantes africanos becados por el Gobierno de Canarias para cursar estudios de post grado en las Islas y acaba de obtener el primer premio del III Foro de Emprendeduría, organizado por la Fundación Empresa de la Universidad de La Laguna.

El joven empresario senegalés, de 29 años, estuvo la pasada semana en Tenerife y explicó a este periódico que, en su opinión, la inmigración clandestina es una extensión del éxodo rural.

Señaló que todos los movimientos de población se realizan "por motivos económicos" y, en este sentido, apuntó que los mismos motivos que obligan a iniciar desplazamientos desde zonas rurales hacia las ciudades, son los que mueven a las personas a dar el salto a Europa.

De ahí la importancia que tiene el proyecto de Ibrahima Sarr y que se resume en dar trabajo a cientos de personas de zonas rurales de Senegal para transformar la semilla del neem en un insecticida líquido, ecológico y de respeto al medio ambiente.

Ibrahima Saar fue uno de los primeros estudiantes senegaleses que se beneficiaron del Programa de Becas del Gobierno canario con el que el año pasado tuvo la oportunidad de realizar un máster de Comercio Exterior en la Universidad de La Laguna.

Licenciado universitario

Antes de la beca, Ibrahim obtuvo la Licenciatura en Lenguas Extranjeras Aplicadas al Comercial Internacional por la Universidad de Saint Louis (Senegal) y estuvo trabajando en la Delegación que tienen en Dakar las Cámaras de Comercio canarias.

Sarr hizo hincapié en que de la experiencia académica que obtuvo en Canarias, surgió la idea de poner en marcha una empresa dedicada a la producción y comercialización de una gama de pesticida ecológico, partiendo de la semilla del neem, un árbol originario de la India que está muy extendido en África donde es conocido por los múltiples beneficios que aporta.

Tal y como apuntó Ibrahima Sarr, la empresa, ubicada en la región de Thies, situada al Sur de Senegal, ha comenzado a abastecer el mercado local, aunque a medio y largo plazo tienen en mente internacionalizar las ventas de sus productos utilizando a Canarias como plataforma logística.

Explicó que desde que se ha puesto en marcha el proyecto se han generado, al menos, 300 puestos de trabajo directos en una decena de aldeas senegalesas. Se trata de personas que recolectan la semilla del árbol y la entregan para ser secada y después prensada, hasta lograr el aceite.

Además de ser un negocio innovador, la empresa Neemland destaca por tener un componente social muy importante, ya que colabora con más de 90 aldeas rurales de la zona, cuyos habitantes serán los encargados de realizar la recolección de semillas.

Ibrahima Sarr hizo hincapié en que este tipo de proyectos evita el éxodo rural, que se origina, precisamente, por la falta de recursos para vivir.

Proyectos comunitarios

En este sentido, el joven senegalés explicó que entre sus objetivos está el dedicar una parte de los ingresos anuales a la puesta en marcha de proyectos comunitarios que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de las comunidades rurales con las que trabaja.

Por su parte, Diego Díaz, que acompañó a Ibrahima, puso de manifiesto que el aceite de neem no sólo es un buen fungicida, sino que también tiene propiedades de insecticida o bactericida, además de antiviral. En su opinión, todas estas facetas hacen que sea un producto muy codiciado, máxime, teniendo en cuenta que respeta el medio ambiente y no daña ni a los animales ni a las plantas, sólo paraliza el sistema digestivo de los insectos.

Por ejemplo, dijo que en las Islas Canarias se podría emplear para eliminar la polilla del tomate, el pulgón de la platanera o la mosca blanca.