No hay duda de que Eduard Punset sabe captar y mantener el interés de un auditorio. Sea en televisión o, como ayer, ante cientos de personas congregadas en un teatro -en este caso, en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna-, el economista y ex ministro seduce con sus conocimientos, su sentido del humor y la peculiar cadencia de su voz a un público dispuesto desde el primer momento a descubrir el íntimo e insospechado vínculo que une los últimos descubrimientos de la ciencia con sus emociones, sentimientos y hasta los más nimios hechos de su comportamiento cotidiano. Y es que, como dice él mismo, "durante miles de años la gente se ha enamorado y desenamorado o exaltado sin tener ni idea de por qué lo hacía".

La cita, una charla-entrevista en que las preguntas corrieron a cargo del periodista de Televisión Canaria Roberto González, se enmarcaba en el Foro de Empleo Universitario "Empléate a fondo… ¡Actívate!" y, a propósito del "leit motiv" del encuentro, Punset ofreció recomendaciones para facilitar esta "activación". Se trata, en resumen, de "no parar".

"Si paras, no generas nuevas neuronas, empequeñeces. Mi consejo es que no paréis". Como ejemplo de los beneficios de esta incesante actividad mental, relató un experimento que demuestra que los taxistas de Londres, a base de almacenar en sus cabezas el mapa de la ciudad, tienen mayor volumen de hipocampo cerebral que el resto de los ciudadanos. Otra prueba, por cierto, del que está siendo, a su juicio, uno de los descubrimientos decisivos de nuestra época: el de que la experiencia individual puede modificar la estructura del cerebro.

Esta "revolución" debe ir acompañada de otra, más modesta pero también trascendental: conciliar entretenimiento y conocimiento. "En el mundo hay muchos humoristas y científicos, pero poca gente capaz de hacer esto", dijo.

Punset aporta claves para transformar el sistema educativo y que contribuya a que los jóvenes encuentren trabajo. Se trata de introducir contenidos orientados a estimular la concentración, "trabajar en equipo de manera colaborativa, no competitiva", "resolver conflictos de manera innovadora" y, sobre todo, "gestionar las emociones". Por ello, "en lugar de preocuparnos tanto por destilar contenidos académicos en los cerebros de los niños, hay que cambiar su corazón". Esas emociones básicas son "lo único con lo que venimos al mundo", recordó, "y alguien debe enseñarnos a manejarlas".

Finalizada la entrevista, llega el turno de las preguntas del público. Una mujer de mediana edad se levanta en las últimas filas del teatro universitario. Es directora de un colegio y, siguiendo las recomendaciones de Punset, ha instalado un sofá en la biblioteca del centro para que los niños se sienten a reflexionar y a gestionar sus emociones. "Y funciona", asegura.