Los habitantes de Funchal, la capital de Madeira gravemente azotada el sábado por un temporal, se muestran resignados ante la tragedia que ha causado 42 muertos y temerosos por que aparezcan más cadáveres.

La ciudad más importante de la idílica isla atlántica, uno de los destinos internacionales predilectos por el turismo de playa, presenta una desoladora imagen y son pocos los transeúntes que caminan por sus estrechas calles, muchas anegadas por el barro.

En un gran cuartel de Funchal los militares han acogido a más de dos centenares de refugiados cuyas casas fueron en muchos casos barridas por la fuerza de las riadas, según explicaron varios de los afectados, que han recibido ropas y alimentos pero esperan que las autoridades les proporcionen algún lugar dónde ir.

"Era algo que no nos imaginábamos y no esperamos nada bueno en los próximos días", confiesa Joao Cámara, uno de los vecinos de las embarradas calles del centro de Funchal, al comentar la magnitud de la tragedia.

"Un compañero taxista murió mientras conducía hacia el aeropuerto. Yo tomé el mismo camino, poco antes", cuenta Miguel Pereira, natural de Funchal y de 57 años, a quien el azar quizá salvó la vida.

Pereira, que lamenta la falta de luz en varias zonas de la isla, teme los fuertes vientos y el gran número de carreteras cortadas que trastornan desde el sábado por la mañana -cuando se sintieron los estragos del temporal- la vida de los madeirenses.

Los habitantes de las zonas más damnificadas, evitan cabizbajos las miradas curiosas y en el bar del barrio lamentan sus desgracias.

"Tuvimos el local medio inundado. Menos mal que reaccionamos rápido", relata Fernando Goncalves, de 54 años, con una mirada triste que parece compartir con toda la ciudad.

Situado en las faldas de varias colinas, el desperdigado núcleo urbano de Funchal, que concentra más de una tercera parte de los 260.000 habitantes del archipiélago, padeció los peores efectos del agua.

El miedo a que alguno de los puentes que cruzan las riberas ceda es lo que más preocupa en este momento a muchos habitantes de la ciudad, como Goncalves, quien, no obstante, alaba la eficaz reacción de los equipos de salvamento que ha dispuesto el Gobierno portugués.

Desde el continente han llegado helicópteros, submarinistas -para buscar cuerpos en la bahía de Funchal- y efectivos de la Guardia Nacional Republicana con perros entrenados en la búsqueda de víctimas y hoy llega al puerto la fragata militar Corte-Real equipada con material de asistencia humanitaria.

La ayuda se espera en muchos barrios de la ciudad, en cuya zona más emblemática, desde la Catedral a la parte alta del casino, la circulación sigue cortada.

En la zona de la céntrica avenida Arriaga los equipos municipales trabajaron toda la noche en la limpieza del barro. No lejos de allí, José Felipe Fernandes Jardim, de 44 años, salvó la vida por no llevar paraguas y buscar refugio fuera de una calle que en unos instantes se convirtió en un incontenible caudal de agua y lodo.

Desde su parapeto vio como la riada arrastraba a una mujer y una niña mientras cruzaban un puente engullido por la masa líquida que descendía con furia de los cerros.

Los daños del temporal todavía no han sido calculados y el Gobierno luso espera tener una evaluación concreta para pedir que se active el fondo de solidaridad de la Unión Europea.

Según los últimos datos divulgados por las autoridades de Madeira, las lluvias torrenciales, inundaciones y deslizamientos de tierra han causado la muerte de 42 personas, heridas a 120 y dejado sin hogar a más de 250.

Se espera que los bomberos empiecen hoy a drenar los mayores garajes y estacionamientos de los centros comerciales, donde se teme que puedan aparecer otras víctimas.

Entretanto muchos comercios de la ciudad permanecen cerrados, el agua corriente sólo llega a un tercio de la población y se han suspendido las clases en toda la isla para reducir la circulación de vehículos y personas.

El presidente de la Asociación de Comercio y Servicios del archipiélago, Lino Abreu, estimó que el temporal ha causado daños a este sector de al menos cinco millones de euros sólo en Funchal.

"Centenares de tiendas fueron engullidas por el lodo. Hay establecimientos dañados, mercancías y equipos irrecuperables", lamentó.