El Papa Benedicto XVI dijo ayer que la Cuaresma es tiempo de conversión, lo que significa rechazar la "fácil superficialidad" que caracteriza nuestro modo de vida, "que nos hace esclavos del mal".

"Conversión es ir a contracorriente, donde la corriente es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio, que muchas veces nos arrastra, nos domina, nos hace esclavos del mal y prisioneros de la mediocridad moral", afirmó el Pontífice ante varios miles de fieles que asistieron en el Aula Pablo VI del Vaticano a la audiencia de los miércoles.

El Obispo de Roma, que dedicó la catequesis de la audiencia a la Cuaresma, agregó que con la conversión se mira hacia lo más alto de la vida cristiana y no es una simple decisión moral que rectifica las conductas, sino una elección de fe, "que nos lleva a la íntima unidad con Jesús".

El Papa teólogo subrayó que la liturgia de este día contiene el significativo rito de imposición de la ceniza, en el que se pueden utilizar dos fórmulas: "Convertíos y creed en el Evangelio" y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás". Con la imposición de la ceniza, "el cristiano renueva su compromiso de seguir a Jesús, se transforma para vencer el mal y hacer el bien", señaló el Papa.