Después de que los astrólogos indio anunciaran una época poca propicia para casarse en Delhi, decenas de miles de familias hindúes se apresuran a casar a sus hijos, con el día de hoy como la fecha más favorable antes de que llegue el temido calor.

"Cuando Venus se oculta, los dioses se van a dormir y, en estos días, nadie se puede casar", explicó el astrólogo y sacerdote hindú Vaipayee, quien calificó el 16 de febrero como "especialmente auspicioso" y el 19 como "la última oportunidad" para contraer matrimonio antes del abrasador mes de marzo.

Las estrellas han sido este invierno avaras en fechas buenas para los novios hindúes y fomentado la avaricia de los organizadores de este evento, que han podido subir sus precios a placer en una ciudad en la que hoy se prevén más de 30.000 bodas.

Una industria como la del matrimonio no entiende de recesiones en la India, donde la boda es el acontecimiento vital más importante para los novios y su familia: con un valor calculado en 10.000 millones de dólares, el sector crece un 25 por ciento cada año.

Elegida la fecha, el estrés se apodera de la familia, que empieza con la prolija tarea de preparar la lista de invitados -parientes cercanos y remotos, amigos, vecinos, contactos profesionales- y de entregar en mano las más importantes.

En medio, se produce el torbellino de compras: lujosos trajes y espectaculares joyas para la profusión de ceremonias nupciales, no sólo para los novios sino también para la familia invitada, así como del ajuar de la pareja, que ha de llevar todo nuevo, hasta el cepillo de dientes, a su nueva vida.

Shilpi y Paramjeet empezaron a mediados de enero y han vivido un mes más que intenso: él acudió a casa de ella a dejarse poner el "tika", una marca roja en la frente con la que quedó "reservado" como marido, ceremonia que tradicionalmente va acompañada de la entrega de dote y que precede al "sagai" o intercambio de anillos de pedida de mano.

Esta pareja rompió algunos moldes con su matrimonio: profesan religiones distintas -aunque todo el evento ha seguido el rito hindú-, la familia de él no exigió dote, se casan por amor, optaron por hacerlo el día 14 y vivirán en casa propia.

Un día antes del desposamiento, tuvo lugar la ceremonia del "haldi", una pasta de cúrcuma y harina de garbanzo que en el pasado, servía como crema depilatoria y hoy se usa para embellecer la piel de la novia dándole brillo.

Por la tarde, los novios celebraron por separado una especie de despedida de solteros: cada uno con sus íntimos, las mujeres se aplican "hena" en intrincados dibujos en brazos y piernas -es el "mehendi"- y bailan al son de canciones picaronas durante el "sangeet".

La familia de Shilpi asumió, como es tradición, el grueso de los ingentes gastos, que incluyen desde el viaje, el alojamiento y los trajes de los parientes más cercanos hasta el gran banquete de bodas, al que fueron invitadas un millar largo de personas.

El novio acudió al banquete en un carruaje tirado por caballos, recibió a la novia en un trono y pacientemente saludaron y se fotografiaron durante horas con el millar de asistentes, mientras la música o el reparto de comida entretenía a la concurrencia.

Las fastuosas y concurridas ceremonias prenupciales dieron paso al acto íntimo que, finalmente, es casarse en la India: apenas medio centenar de parientes siguieron de madrugada los mantras y ritos guiados por un sacerdote con los que, tras dar siete vueltas a modo de promesas en torno a un fuego, Shilpi y Paramjeet se desposaron.

Pese al intenso frío, las bodas se celebran de noche y al aire libre en una ciudad que se queda pequeña para acoger tanta ceremonia y a tantos visitantes en las mismas fechas.

Los hoteles están al completo y, con apenas un centenar de salones de boda disponibles, coloridas carpas instaladas en parques, frente a las viviendas de los novios, en centros vecinales o en mansiones alquiladas a las afueras sirven de recordatorio de que medio Delhi va de boda estos días.

Un toque "kitsch" adorna Delhi mientras los dioses siguen despiertos: carpas con formas de Taj Mahal, profusión de flores y arreglos luminosos, novios engalanados de rojo y oro, y felices comitivas nupciales interrumpiendo el tráfico ya de por sí caótico de la capital india.