IMAGINO que a ustedes, queridos lectores, les habrá ocurrido lo mismo este pasado fin de año, en que llovieron los mensajes felicitándoles por el "ano nuevo". Y es que esto de suprimir la virgulilla de la eñe implica cierto estupor inicial al leer los textos que nos envían a través del móvil.

El primer razonamiento es bastante escatológico, pues, sin ser asiduo a las revistas médicas, no he leído o escuchado aún que se haya realizado un trasplante completo del imbornal trasero. El cual, pese a su misión evacuatoria, resulta ser un objeto codiciado por ciertos grupos sociales para ciertas prácticas gimnásticas. Deleites y tendencias, por cierto, que se pierden en la noche de los tiempos y de los que no voy a opinar porque para gusto se hicieron los colores, y los míos, por cierto, son del signo contrario y a mucha honra. Faltaría más que estos colectivos se pasen todo el día haciendo escándalo y uno no pueda reivindicar su heterosexualidad. Digo yo.

El segundo razonamiento ante el dichoso mensajito es más complejo, pues de inmediato lo asumes como que alguien que se ha pasado fastidiándote (lo digo de forma figurada) todo el nefasto 2009, dejándonos por tanto casi inservibles para más decepciones, quiere y desea que renueves el epicentro del mobiliario glúteo para seguir con la misma tónica, o más, durante este 2010 que ya ha empezado con diversas subidas tarifarias y disminuido en calidad de atenciones sociales y sanitarias, por poner un leve ejemplo.

Y la tercera reflexión es que, pase lo que pase (que pasará, ya lo verán), aunque el futuro social y político más inmediato sea auténticamente un desastre, dada la "mano izquierda" que esgrime el presidente Zapatero, y ahora ante los ojos de toda Europa, del asunto del ano nuevo, ni tocarlo; porque en definitiva ya lleva mucho tiempo tocándonos las gónadas (y su contenido) con frases rimbombantes, fruto de su fútil demagogia, sin que los administrados obtengamos alguna contrapartida positiva, especialmente nosotros, los canarios.

Definitivamente, las virgulillas que ostenta por cejas el electo mandatario, son los signos negativos premonitorios de lo que nos espera en los meses venideros, aunque ahora esté seis perdido en el corazón de la vieja Europa con su devaluada verborrea apoyado por un consejo de sabios que en su momento no supo arrumbar con acierto en su país, salvo Jack Delors; pues de Felipe González y Pedro Solbes no es necesario señalar su trayectoria, pese a ser la del sevillano infinitamente mejor que la del leonés. Un león que en vez de rugir, cuando hay que poner orden a los votantes subvencionados, ronronea como un gato doméstico satisfecho para que le sigan asegurando la permanencia.

Quisiera decir que tengo algo positivo que argumentar de entre todo este marasmo, pero la lectura diaria de la prensa, la que informa sin amarillismo, sólo nos trae una realidad que se devalúa cada día más. Sin ir más lejos, EL DÍA del pasado domingo, día 10, hablaba de los recortes drásticos en la promoción turística de Tenerife (y mejor no abundar en la perniciosa huelga encubierta de los controladores aéreos y sus consecuencias). También citaba en un amplio reportaje la agonía de los comercios de la zona Rambla, cuyos dueños, algunos íntimos compañeros y condiscípulos, han puesto el dedo en la conocida llaga del tendido del tranvía. Tendido que en su momento no se dividió para hacerlo en un solo sentido y dejar expeditas las restantes vías de circulación, en un alarde de prepotencia técnica. Una previsión que no se tuvo en cuenta y que, en principio, se ha querido copiar para el trazado por Galcerán y Méndez Núñez hasta Almeyda. Con lo cual, de hacerlo, condenaría también al comercio de esa importante zona.

El trazado y la amplitud de nuestras calles es el que es y no valen concesiones europeas, porque éstas disponen de amplios bulevares y avenidas, y nosotros, en muchos casos, callejones concebidos para el tránsito de carros tirados por mulas y ni siquiera por vehículos a motor. Al menos en el corazón antiguo de la ciudad. Y si por ende cegamos las únicas vías más amplias existentes, el resultado será tan catastrófico para el comercio y el tráfico como lo ha sido en la rambla de Pulido y calles adyacentes.

Mediten bien, que ya tenemos bastante con el "ano nuevo" que nos viene de la metrópoli.

jcvmonteverde@hotmail.com