Con motivo del Primer Certamen-Premio de Investigación Dr. Pastor Delgado H. Tenerife-Caracas, 2009, que se presenta en el TEA hoy, a las seis de la tarde

EL DR. DELGADO -como se le conocía en los medios oficiales- fue esencialmente un emigrante. Llega a Caracas en 1954. De equipaje: su titulo de licenciado en Derecho de la ULL.

La emigración canaria en aquellas décadas 60-70 constituyó una marea humana conformada por canarios de distintos niveles y procedencias. Nuestra emigración es un capítulo relativamente reciente de nuestra historia. Le ha dado a nuestra tierra canaria el carácter de cultura atlántica, como tan bien define nuestro estimado amigo, el profesor y escritor don Juan Manuel García Ramos.

En su dimensión social: eran años de pobreza en nuestras islas -al parecer, borrados de nuestra memoria-, canarios que atisbaron, unos, como única solución al desarrollo de sus profesiones; otros, como salida evasiva de la rudimentaria economía rural en la que se desempeñaban en el marco de una sociedad canaria "patricia". El prestigio social lo acaparaban los terratenientes, dueños de tierras.

¡Ay! si en la economía rural de aquellos años habláramos del derecho al agua, tema específico de este Primer Certamen Premio de Investigación P.D.H. En esos años, 1940-50, más bien hablaríamos de la grave problemática del agua. Creo entender, según me explican, que en nuestras conocidas galerías de agua -tan preciadas en sus días- , y en años anteriores, el agua estaba controlada por la que hemos acordado en llamar "sociedad canaria / señorío patricio". Posteriormente, me explican cómo se regularizó ese "control". Algunos de nuestra gente notable, preocupados, lo desempeñaron con acierto. Recuerdo de niña ver correr el agua por las atarjeas y a los conocidos canaleros, pendientes del regadío por horas, distribuido a las fincas. A veces, se regaba de madrugada. Recuerdo a nuestros "magos" pendientes del cielo, pronosticando agua y espantados ante la anunciada llegada del viento, azote de la platanera. Tal era la dependencia de la economía rural de la época.

España, la Península, para mejor entendernos, con fronteras cerradas, estaba inmersa en su propia pobreza, regada por todos los pueblos. ¿Es que pensaba en el hambre de nosotros, los canarios, totalmente abandonados a nuestra suerte? Abrimos frentes de salida. La aventura americana, ¡qué heroica! En esos años, los medianeros, categoría social -por así llamarla- como tal, agrupaban a los hombres de nuestros campos que no tenían otra salida que trabajar las tierras de los "señores", propietarios de las mismas. Hoy, la evolución social los designa jornaleros, con sus prestaciones sociales. Trabajan en las pocas plantaciones de plátanos que con subvenciones tratan de continuar en pie. Difícil lo tienen.

Los llamados medianeros miraban con ilusión la otra orilla atlántica: Venezuela, país lleno de esperanzas -doble en su extensión de España y poco poblado del Orinoco hacia abajo-. En ese entonces, país nuevo abierto a la emigración, nosotros seguíamos nuestra tradición secular: la llamada del Atlántico, como lo hicieron nuestros abuelos, en años precedentes, a Cuba.

Nuestros emigrantes: unos de carácter rural y otros, los menos, los de preparación académica, unidos por un objetivo común: sobrepasar las malas circunstancias económicas, también políticas -la dictadura franquista-. Llevaban de equipaje su juventud, ilusiones, -algunos la novia o esposa en el corazón- sus afanes, y unos pocos, como hemos dicho, su mejor baza: su titulación académica. Terminaremos citando sus nombres y apellidos.

Como garantía de un buen comienzo "oficial" de la aventura americana, algunos contactos de familiares y de amigos, paisanos, la conocida "carta de llamada", normativa vigente. ¿Quién no recuerda la vacunación a la que nos sometía el entrañable doctor don Gerardo Martín Herrera para llegar al país como emigrantes legales con " papeles en orden"? No hablemos de "los veleros" de tiempos atrás, de aquellos puñados de hombres valientes que optaron por una aventura de otra índole. El periodista canario -residente en Venezuela- José Antonio Rial los inmortaliza en sus novelas. A todos nosotros, los emigrantes, nos ha inmortalizado la escultura en bronce en la Isla Baja del artista escultor Fernando Garciarramos. Un emigrante mirando al mar con su maleta de latón en dinámica de movimiento. Imagen fiel de lo que fuimos.

Nosotros, "los isleños", optamos en aquellos años por la larga travesía de 7 días cruzando el Atlántico. Nos embarcamos en nuestro puerto de Santa Cruz en barcos destartalados. Hoy nos causarían asombro -cáscaras de nuez en alta mar- el "Begoña", el "Monserrat", el "Satrústegui". Posteriormente, ya en los 60, el "Santa María" inauguró un cierto nivel de categoría de embarcación, ya con otro tipo de pasajeros, en travesías con cierto confort. Conocimos todas estas citadas "embarcaciones".

Permítanme una sola imagen, congelada en mi memoria: el olor, en las cubiertas de los barcos, de hombres solos, pobremente vestidos, deambulando en los largos atardeceres, algunos tendidos en el suelo de las cubiertas, abiertas al mar. Campesinos en su mayoría, dispuestos al llegar a tierra, a trabajar con toda su alma en lo único que sabían: la mayoría fue a parar al mercado central Quinta Crespo. Otros al interior del país, descubriendo así una insólita tierra de exuberancia tropical. De todos aquellos hombres canarios de extracción campesina, unos se encaminaron a la agricultura, con la experiencia que tenían de la azada para cultiva la tierra. Algunos abrieron cafeterías, abastos, panaderías, ferreterías, bombas de gasolina, pequeñas empresas? Otros trabajos de la construcción. Venezuela empezaba, debido al auge petrolero, propio de aquellos años 50-60, un afán desarrollista de urgentes imperativos sociales. Todos aquellos hombres, los nuestros, hombres honrados en pie a las tres de la mañana. Hombres solos, vivían en rancherías, algo así como habitaciones compartidas, también en pensiones. Así, en nuestras islas, las mujeres, esposas solitarias, fieles Penélopes, quedaron aguardando al marido. ¡Nuestros pueblos se quedaron vacíos de hombres! Mujeres que empezaron a recibir el tan ansiado y necesitado envío de dinero mensual. Así se levantó nuestra maltrecha economía insular a partir de la década de los 50. Así empezaron nuestros pueblos a levantarse de la pobreza. ¡Cómo hemos olvidado esta deuda de gratitud.!

Para todos ellos, hombres y mujeres de nuestra emigración de estratos rurales, nuestro profundo respeto, homenaje y admiración. Nuestro deseo de integrarlos -como hemos afirmado- en la proyección de este Primer Certamen P.D.H. Ahora, que en movimientos pendulares de la economía son ellos, los de la " otra orilla", los que en este viaje de retorno nos piden trabajo. ¡Que baje Dios y nos enseñe cómo hacer! No es el momento de decir "¡si te veo, no me acuerdo! La ingratitud es un sentimiento innoble de nuestra débil condición humana.

Para terminar, nombremos a unos pocos protagonistas, los profesionales en esta aventura americana, los que acompañaron y cordializaron con su leal amistad a Pastor. No puedo citarlos a todos. A los que más recuerdo. Paz para los que descansan ya en la casa del Padre. Nombro a los que llevaban en sus alforjas una preparación académica que revalidaron con esfuerzo en universidades venezolanas. Todos, como hemos señalado en la introducción, apoyan, auspician y difunden este Primer Certamen-Premio de Investigación P:D.H. De Icod, Noreste de Tenerife. Algunos de los más cercanos: Pastor D. H. -motor del Certamen-, Licenciado en Derecho ULL. Universidad Católica Andrés Bello. (Magistrado, Tribunal de Cuentas). De larga trayectoria en la Contraloría General de la República. Cancillería Venezolana-director del Servicio Exterior. Misiones oficiales. Ex cónsul General de la República de Venezuela para las Islas Canarias 1970-74.

Sus compañeros: Nemesio Guzmán Hernández. Licenciado en Ciencias Químicas ULL. Se integra en Cementos Consolidados de Carabobo. Marcos Martín Rodríguez, doctor en Ciencias Químicas. ULL. Profesor de la Escuela Naval de Venezuela. Profesor de Química de la Universidad Central de Venezuela, íntimo colega de Pastor.

De Garachico: Cándido Abad Mesa. Licenciado en Derecho ULL. Forma parte de un prestigioso bufete de abogados hasta el día de hoy. Todos los nombrados con más de 30 años de trabajo profesional en Caracas.

De Tenerife: la profesora doctora doña Mª. Rosa Alonso. Profesora en la Universidad de Mérida por más de una década. De grato recuerdo.

Años posteriores: 1990. Dr. Alberto de Armas. Médico, embajador de España en Venezuela. ¡Y tantos otros! Algunos de nuestros gentiles lectores me lo harán saber. Pues sí, el propósito es compartir, difundir y resaltar los méritos de nuestra emigración.

De otros ilustres visitantes canarios, participantes, ayer y hoy, de foros y cooperantes de un ideario socio-cultural: Canarias-Venezuela en la dimensión del devenir del tiempo, escribiré en otra mejor ocasión. Así como de los ilustres juristas venezolanos que acompañaron a Pastor en Caracas en lo foros sobre derechos constitucionales, allí organizados a partir de 1960-1990.

Creemos haber cumplido con creces nuestro objetivo en este artículo: señalar que este Primer Certamen-Premio de Investigación PDH Tenerife-Caracas 2009 inicia su andadura cobijando a todos aquellos protagonistas -emigrantes canarios-, particularmente de Icod, de distintos niveles y procedencias de nuestros pueblos, que resaltaron de algún modo el éxodo de nuestra emigración a Venezuela a partir de 1955. Entre todos ellos, uno: Pastor Delgado H., el motor del certamen. Gracias a todos por el apoyo. Especialmente a los participantes en las conferencias y coloquios "Reflexiones sobre la Constitución española", organizados por Pastor aquí, en Tenerife, de 1990 a 1999.

* Licenciada y Magíster por la Universidad Simón Bolívar

info@tierragracia.com

www.certamenpdh-tenerifecaracas.org