La historia de los pueblos la han hecho sus vecinos, con más o menos acierto. Por eso es justo reconocer su labor y, sobre todo, recordarlos para siempre. El caserío de Chamorga verá cumplido, el próximo fin de semana, el deseo de más de una veintena de colectivos del macizo de Anaga de que el recuerdo de dos de esos ciudadanos permanezca, ahora sí, imborrable.

Será, por un lado, con el nombramiento de la calle Álvaro López Gil (1920-2013) y de la plaza Manuel Rodríguez Cruz (1905-1995), dando cumplimiento así a un acuerdo del pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de 2018.

Aunque para gran parte de la población pueden ser dos desconocidos, para los ciudadanos de la conocida como Punta de Anaga (Roque Bermejo, Chamorga, La Cumbrilla, Lomo de Las Bodegas y Las Casillas) fueron, son y serán dos hombres cuyo trabajo y esfuerzo mejoraron la vida de quienes han vivido y viven en estas zonas del macizo.

Según argumentaron los colectivos vecinales que pidieron en 2017 el reconocimiento, acompañado de 400 firmas, Rodríguez Cruz, vecino, propietario y alcalde pedáneo de Punta de Anaga entre 1937 y finales de la década de 1940, merecía los honores, por los "esfuerzos, compromisos y acciones realizadas".

Manuel era nieto de Domingo Cruz, vecino y alcalde de Igueste de San Andrés, así como emigrante de gran fortuna, quien, tras retornar de América con sus hermanos, adquirió medio Mayorazgo de Punta de Anaga (de Roque Bermejo a Igueste) a la familia lagunera de los Ossuna.

Entre sus logros para Punta de Anaga destaca el cementerio de Santa Modesta de Las Nieves, una obra colectiva y vecinal, proyectada, dirigida, coordinada y ejecutada por él, que había iniciado las primeras gestiones en 1929.

A finales de los años 40, Manuel dejó todas sus obligaciones y se estableció en San Andrés, donde ayudó a su esposa , Chana Cabrera, a abrir en 1952 una escuela para niñas.

Entre las actividades privadas sobresalen la construcción del Cine de San Andrés o, en 1969, con 64 años, sacar en Madrid el título de Director de Escuelas de Conductores para abrir la Autoescuela Anaga, en la calle Isla de la Gomera del barrio de Salamanca. También colaboró en hacer realidad la construcción de la carretera entre El Bailadero y Punta de Anaga.

Mientras, Álvaro López Gil fue el ventero de Chamorga, labor que desempeñó hasta finales de los años 70 del pasado siglo. Nacido en 1920, fue el último alcalde pedáneo de Punta de Anaga. Los que lo conocieron lo definen como un hombre afable y hospitalario, tanto con los vecinos como con los visitantes y viajeros.

También destacan que, gracias a él y mediante la tradición oral, se ha conservado la historia de esta zona de Anaga. Aún se conservan el edificio y las dependencias de la que fue su venta.

Bajo su mandato se construyó la carretera hasta Chamorga, y, además, se instalaron chorros públicos, la primera línea telefónica y los colegios, entre otras cuestiones de importancia.