Santa Cruz no se concibe sin sus barrancos y tampoco sin sus puentes, unas infraestructuras sustanciales para el ensanche de la ciudad, su conexión y crecimiento. El de Galcerán cumple hoy 90 años desde su inauguración.

En el mes de febrero de 1926 se iniciaron las negociaciones para la compra de los terrenos donde se ubicaría el puente, cuyos propietarios eran los señores Cejas y Montesdeoca.

El rotativo La Gaceta de Tenerife recogía, en su edición del 16 de marzo de 1926, el acuerdo plenario por el que se adjudicaba la construcción del puente de Galcerán a la empresa Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A., obra que se presupuestó en 638.464,32 pesetas, iniciada el 7 de junio, según proyecto del ingeniero Eduardo Torroja Miret, abuelo de la cantante Ana Torroja.

Pocos meses después, ya corría por las calles el rumor de que la construcción de este puente "iba a significar el final del Stadium" (El Progreso, 14 de junio de 1926), mientras eran recurrentes los anuncios sobre la venta de solares en la finca Mascareño, prolongación de la calle 25 de Julio, "que será tan pronto como termine el puente de Galcerán sobre el barranco de Santos".

Concluidos los trabajos se realizaron unas pruebas de carga con guaguas y otros vehículos de transporte público de la época.

El Ayuntamiento recepcionó la obra el 15 de octubre de 1928, levantando acta de la entrega y "quedando todo listo para ejecutar", señalando que a la inauguración asistiría el marqués de Estella, don Miguel Primo de Rivera.

El jefe del Gobierno arribó a Santa Cruz de Tenerife a las tres de la tarde del 17 de octubre, a bordo del cañonero "Eduardo Dato", recibido por una multitud que abarrotó "el muelle, las alamedas, calles, ramblas y azoteas" (El Progreso, 18 de octubre 1928).

A causa del retraso de una agenda que incluía una misa Te Deum en la iglesia de La Concepción, revista de tropas de infantería en el cuartel de San Carlos y visita a la ermita de San Telmo, además de un discurso pronunciado desde el balcón de la Capitanía General, se decidió posponer la inauguración del puente para el día siguiente.

A las cinco de la tarde del 19 de octubre de 1928 y bendecido por el obispo, Primo de Rivera atravesó el puente acompañado del alcalde, García Sanabria, "y un numeroso grupo de señoritas" (Las Noticias, 20 de octubre de 1928).

En el mes de diciembre de ese mismo año, el Ayuntamiento elevó un expediente sobre el alumbrado del puente, un complemento que se hizo realidad a finales de enero de 1929, cuando el consistorio adquiere "10 farolas con destino al alumbrado eléctrico del puente", postes que llegaron desde Sevilla en el mes de mayo y cuyo presupuesto ascendía a 3.750 pesetas.

En la sesión plenaria del 14 de abril de 1930 se recibió una instancia de Bautista Abella Villar, "reclamando 5.100 pesetas por interés al 5% sobre cantidades abonadas con retraso a la compañía Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A." (La Prensa, 15 de abril de 1930).

Mientras tanto, continuaba la venta de inmuebles próximos al puente: "For sale. Beautiful. New chalet" (La Prensa, 24 de septiembre de 1930), los rumores sobre desperfectos, arreglos de las losetas de las aceras, barandas, etc.

Un automóvil transita lentamente. En su interior, el alcalde de la capital, Santiago García Sanabria, comenta: "Terminado el puente, de cuya obra estoy muy satisfecho, pensamos ahora en el ensanche y pavimentación de la calle de Galcerán" (La Prensa, 4 de enero de 1929).

Muerte de un obrero

La historia del puente de Galcerán también está jalonada de luctuosas noticias. Una obra de ingeniería civil de esa envergadura no fue ajena a los accidentes. El más grave le costó la vida al obrero Benito Martín González, quien mientras se encontraba trabajando en la construcción de los arcos cayó al fondo del barranco.

Trágico final

A poco de inaugurarse, también fueron frecuentes los suicidios. Con el título "La lamentable racha de suicidios", el periódico La Gaceta de Tenerife, en su edición del 7 de junio de 1931, refería: "El fatídico puente de Galcerán obra en las mentes enfermizas, atrayéndolas a su abismo como el mal de amores". En julio de 1932, el alcalde Armas Quintero aludió a "las personas que usan el puente para suicidarse" y propuso elevar la altura de las barandas. Además, a propuesta de Ramos Vizcaya, se aprobó colocar redes laterales.

Duelos y vuelta ciclista

Las despedidas de los duelos tenían lugar en el puente de Galcerán, donde se detenía la comitiva camino del cementerio de Santa Lastenia, y así consta en las esquelas. También fue escenario, en el mes de junio de 1935, de la salida de la carrera organizada por el Ciclismo Club Tenerife.