La actuación global que se calculó tras el estudio de 2002 valoraba en algo más de un millón y medio de euros las obras necesarias para "actualizar" el puente Galcerán de Santa Cruz. Como desde ese momento hasta ahora se han hecho algunas obras, el coste de una intervención integral rondaría, a día de hoy, el millón euros.

Así lo estima Emilio Grande, autor del proyecto de reparación y rehabilitación de esta instalación, que hace unos días volvió a ser actualidad al desprenderse varios cascotes, algunos de ellos sobre el techo de los baños de la Casa del Carnaval, que permanecen cerrados.

El experto, ingeniero de caminos, canales y puertos, recalca que a pesar de los años y del paso del tiempo, el puente que cruza el barranco de Santos goza, desde el punto de vista estructural, de buena salud. De hecho, el recálculo estructural del puente que se hizo con motivo del estudio dio unos coeficientes de seguridad "bastante aceptables".

Otra cosa es el mantenimiento que se ha hecho de la instalación a lo largo de los años. En este caso, Grande reconoce las dificultades y el coste que conllevan estas tareas, por la altura del puente y la especialización de los trabajos, pero considera que su ausencia es la que ha motivado la situación actual.

Básicamente, las deficiencias detectadas tienen que ver con la entrada de humedad a través de los poros del hormigón que alcanza a las armaduras y perfiles metálicos embebidos en él, lo que motiva que se oxiden y presionen el hormigón, que acaba rompiéndose y cayendo.

Los cascotes que se desprendieron estos días formaban parte del conocido como antepecho, esto es el muro sobre el que se sustenta la barandilla, detalle que no tenía el diseño original. Según reconoce el experto, este no deja de ser un aspecto "más estético que estructural", que, en cualquier caso, debe afrontarse en un corto periodo de tiempo "para que no siga a más". En este caso, resulta difícil hacer un cálculo de cuánto supondría el coste de esta actuación exclusivamente, sin la reparación integral, dado el importante peso que toma la instalación de medios auxiliares para afrontarla.

Lo que sí importa y, por tanto, hay que ir tratando, advierte Emilio Grande, es la oxidación de las armaduras y perfiles metálicos que hay en los arcos de la estructura (lo señala en la imagen inferior). "Esto ya se lo he transmitido al ayuntamiento. Hay que ir picándolo poco a poco, para que se caiga lo que está desprendido, sanear el hormigón, darle un puente de unión al acero y pasivarlo para que no siga produciendo óxido", resume.

En este sentido, el ingeniero precisa que aunque son cuatro los arcos que forman cada "ojo" de la esctructura, "los que peor están son los dos exteriores". "Los interiores, por estar más protegidos, no tienen los mismos problemas que los exteriores, que están más deteriorados", detalla.

El puente Galcerán responde a una de las tipologías definidas por el ingeniero de caminos, canales y puertos Eugenio Ribera, en la publicación "Modelos de puentes en arco de hormigón armado", editada por el Ministerio de Fomento en 1922. El puente se llamó así en honor a un hecho de armas del General Weyler y se construyó entre 1926 y 1929 gracias a un préstamo asumido por Santiago García Sanabria, alcalde por aquel entonces de la ciudad tinerfeña.

El proyecto definitivo y la construcción fueron obra del ingeniero Eduardo Torroja y del arquitecto Antonio Pintor. En un primer lugar se dudó si hacerlo como continuación de las calles Alfaro, Iriarte o Galcerán, y fue esta última por la que se decidió finalmente, además de por su amplitud porque formaba parte de uno de los ejes transversales más importantes del ensanche de Santa Cruz.

El estudio de Emilio Grande no se centró no solo en la citada instalación, sino que también analizó el estado de los puentes Los Asuncionistas, Zurita, Serrador y El Cabo. En los tres últimos ya se han llevado a cabo actuaciones.