"Hemos tenido que comprar con nuestro propio dinero -una subvención de la Caixa- un aparato de aire acondicionado para tratar de tener una temperatura idónea en el almacén. Pero aún así es difícil". Así relata Yone Febles el día a día de Abrigos y Sonrisas, la ONG de San Andrés que atiende a unas 200 familias de Anaga.

El responsable del colectivo solidario se queja de la "nula" colaboración del ayuntamiento de la capital, en concreto del IMAS, a pesar de que "hacemos una labor que les correspondería a ellos".

Febles relata las dificultades que tienen ahora en verano para cumplir con las determinaciones que les impone Sanidad en la conservación de los alimentos que reparten, que guardan en un salón con cristaleras "que parece un invernadero".

"El ayuntamiento no nos ayuda en nada", enfatiza el responsable de Abrigos y Sonrisas, quien hace mención a otras carencias que tiene el centro donde desarrollan su labor. Entre otras, las dificultades de las personas con movilidad reducida (PMR) para acceder a él y la falta de una salita de espera para los usuarios.

Febles explica que la rampa que hizo la ONG por la parte de atrás del inmueble para que accedieran a él las personas con problemas de movilidad está la espera de la retirada de un cajetín de luz que dificulta el tránsito. "El ayuntamiento dice que es la empresa de electricidad, pero esta no la cambia de sitio", indica.

Con respecto al espacio para la espera de los usuarios, que ahora se agolpan en el pasillo principal, Yone Febles plantea que el pequeño jardín que hay en la parte central del inmueble sea habilitado como tal. Cabe detallar que en ocasiones se suelen juntar cientos de usuarios a recoger alimentos, y muchos de ellos se ven obligados a esperar bien en las escaleras bien por fuera del edificio. "Pero el ayuntamiento se lava las manos. Ni siquiera una llamadita", asegura Febles.