Exconsejero delegado del Instituto Municipal de Atención Social (IMAS) en la etapa de Ignacio González, exmilitar, vinculado durante años a Cruz Roja Española y a otras ONG y, ahora, responsable de la entidad benéfica San Miguel Arcángel, el palmero Miguel Martín alerta de un incremento de jóvenes arrastrados a vivir en la calle, y se queja de la "falta de humanidad" de parte del personal técnico del IMAS.

¿Cuándo nace la entidad benéfica San Miguel Arcángel?

La idea se me ocurrió en el Puerto de la Cruz, se la expuse a un grupo de amigos y les pareció bien. Todo iba bien hasta que falleció Marcos Brito. Con la alcaldesa nueva, Sandra Rodríguez, la ayuda a las personas... como que no. Al ver que no hacían caso, trajimos el proyecto a Santa Cruz hace unos tres años y aquí sí hubo una buena acogida.

¿De qué se nutre?

De colaboraciones de particulares, de la Obra Social de la Caixa, del ayuntamiento... Intentamos, no obstante, autoabastecernos.

¿Cuál es el objetivo?

Ayudar a los demás: a personas mayores en régimen de exclusión social, a las que están en la calle, as las que tienen problemas de drogodependencias... Las atendemos y, si ellas quieren, también las derivamos a un centro (Asociación Reto a la Esperanza), donde se les atiende y se les cura.

Hace un tiempo llevaron a cabo un proyecto para atender y derivar a las personas que vivían en los cajeros.

Sí. Nos lo propuso el ayuntamiento y lo presentamos a la Obra Social de la Caixa. Siempre quedará alguno durmiendo en los cajeros, pero ya no es como antes. Ahora queda poca gente. Se han derivado a centros, a consulados...

¿Cuántas personas forman la asociación?

Somos 24. Aunque no siempre trabajan todos porque tienen sus empleos particulares.

¿No es poco conocida la labor que hacen?

Tal vez, sí; pero no es fácil dar a conocer el trabajo que se hace de noche. Las cámaras no siempre son bien recibidas. En algunos casos nos hemos encontrado, incluso, con niños. Es decir, que nuestra labor es amplia.

Hace unos días se quejó de la actitud de personal del IMAS, tras el fallecimiento de una persona mayor.

Tal vez se precipitaron los medios de comunicación. Sé que el IMAS acudió varias veces y que el señor no abrió la puerta. Pero también es cierto que la labor de los técnicos del IMAS, sobre todo de algunas personas, deja mucho que desear, en ocasiones. El IMAS tiene un gran equipo, pero, tal vez, le falta una mejor estructura y organización. Tiene unos pilares ejemplares, con el concejal y el gerente, pero... No es que los técnicos sean malos, pero falta organización y un poco más de humanidad. A las personas les cuesta mucho pedir ayuda para que, encima, las traten mal, al empujón.

Es decir, que fallan varios aspectos.

Un ejemplo: con la Unidad Móvil de Acercamiento (UMA) quedamos hace un año para salir con ellos o que nos encontráramos en un sitio determinado y todavía estamos esperando. Esa es la responsabilidad y las ganas que tienen de hacer las cosas bien.

Una de las quejas de otras ONG y de la oposición es la lentitud en la tramitación de las ayudas sociales. ¿Las comparte?

Sí. Tienen que ser más ágiles. No comprendo que con toda la gente que hay en el IMAS y con lo avanzada que está la informática una ayuda tarde nueve, ocho o seis meses en llegar al beneficiario.

Usted fue consejero del IMAS, así que lo conoce por dentro.

Vi muchas cosas y algunas las intenté frenar. De hecho, había una técnico auxiliar que se envió a Añaza porque sus contestaciones eran horribles.

¿En qué lugares actúa la entidad San Miguel Arcángel?

En su momento nos dijeron que no tocáramos el Pancho Camurria, porque todas las asociaciones iban por allí. Y no hemos ido. Buscamos otros sitios más conflictivos. En esos lugares en donde están las personas con riesgos. Hay de todo. Y eso de día no se ve.

¿La situación social de Santa Cruz es mejor ahora que hace cinco años?

Mejor, sí. Lo que pasa es que ahora hay menos gravedad, pero más personas, sobre todo más gente joven.

¿Y a qué se atribuye? Se supone que la situación económica ha mejorado.

La crisis todavía está ahí, lo que pasa es que no nos damos cuenta. Como hay más sitios a donde acudir, pues la tapamos un poquito. Pero seguirá existiendo mientras haya gente que gane al mes 5.000 euros y otra, 426. Hasta que eso no se solucione el abismo seguirá siendo grande.

Dice que el aumento de jóvenes es preocupante.

Sí. Hay mucha gente foránea, a la que atendemos por medio de los consulados. El ayuntamiento y algunos otros organismos oficiales nos han llamado y nos han planteado que si podemos actuar y lo hemos hecho. A veces conseguimos cosas que no han logrado los profesionales. Y no es porque seamos mejores que nadie, lo que hay que tener es carisma, humanidad... Ponerse a su altura.

¿La cercanía?

Sí. Somos personas con mucha experiencia y eso es importante. A veces te ganas a alguien con un simple cigarrillo.

¿Es la droga el problema más preocupante?

Sí. Está subiendo mucho. También el alcohol. La juventud afectada es cada vez más joven. Y los medios que utilizan son cada vez más brutales.

¿A cuántas personas atienden en la capital?

Es difícil cuantificar, porque también atendemos a personas mayores que no pueden abandonar sus domicilios, sobre todo en el barrio de El Toscal. No siempre las familias están ahí...