En torno a la plaza de Los Patos se han originado un par de confusiones históricas. La primera salta a la vista: por qué la llaman de Los Patos cuando lo que se puede observar son esculturas de ranas. Tampoco está clara con exactitud la fecha de culminación real de este peculiar cuadrilátero, réplica de otro similar que se encuentra en Sevilla. Pese a ello, el Ayuntamiento de Santa Cruz da por válido el año 1917 y defiende que, por lo tanto, en estos momentos se cumple el primer siglo de historia. Para celebrarlo, nada mejor que la anunciada inversión de casi medio millón de euros en la rehabilitación del espacio.

Este rincón del barrio de Los Hoteles en pleno centro de Santa Cruz tiene varios "méritos" indudables. Uno es haber abierto a la capital tinerfeña las posibilidades del patrocinio cultural, ya que para poder culminarla se contó con el apoyo de varias empresas particulares que costearon las obras. A cambio pudieron ver cómo su nombre aparece en cada uno de los sillones.

En uno de los parterres se puede visualizar la placa de homenaje al general Pedro Méndez Vega, un militar andaluz que se empeñó en trasladar a Santa Cruz una réplica de la plaza del sevillano parque de María Luisa. Como en aquellos tiempos escaseaban los recursos decidieron abrir las puertas a que las empresas pudieran anunciarse en los mosaicos que cubren los sillones. La inversión ha resultado, sin duda, rentable, porque el nombre de los promotores ha sobrevivido incluso a las propias firmas. Años después esta misma fórmula sería aplicada en la recuperación de las esculturas en la calle que se reparten por la ciudad.

El profesor emérito de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna (ULL) Alberto Darias Príncipe dedica uno de los capítulos de su obra "Guía Arquitectónica de Santa Cruz. Ciudad, Arquitectura y Memoria Histórica 1500-1981" a esta plaza. El experto considera que se trata de uno de los mejores elementos urbanos con los que cuenta la capital tinerfeña. "No diría que es una escultura y de que así fue concebida por sus diseñadores, pero sí que estamos ante un rincón muy preciosista y cuidado".

El investigador aclara el histórico entuerto que rodea al nombre de la plaza. Y es que antes de concretarse el diseño que en la actualidad se puede observar, en este mismo lugar se encontraba una fuente, con la escultura de una garza en medio, de la que salía agua y estaba rodeada de patos vivos. "En realidad era más bien una charca de piedras un poco hundida", señala Darias Príncipe.

La construcción de la actual se inició en 1906 coincidiendo con la visita a Tenerife del rey Alfonso XIII, quien colocó la primera piedra. Pero, en realidad, la idea inicial era edificar un monumento en recuerdo del general O''Donnell, nacido en Santa Cruz. Lo que pasa es que nunca se pudieron reunir las 15.000 pesetas que eran necesarias.

La elección de Sevilla no es casual y está motivada por la celebración en aquellas fechas de la Exposición Iberoamericana. El interés en copiar la original llegó al punto de que en teoría se iba a reproducir hasta el mismo nombre: Plaza de las Ranas. Pero el recuerdo y el ingenio popular prevalecieron y al final continuó con la denominación de plaza de los Patos.

Si se lleva a cabo la prevista reforma será en realidad la segunda que experimenta este espacio. En 1969 concluyó otra en la que se sustituyeron con exactitud los anteriores diseños. Pero en este caso también las fechas fallan ya que a lo largo de los siguientes meses, según llegaban las piezas que se elaboraban de forma artesanal en Sevilla, se iban colocando.

Alberto Darias Príncipe dice que este rincón supone "el mejor ejemplo del estilo regionalista que no se volvería a repetir jamás con tanta perfección en la capital tinerfeña". También parece haberse adaptado a la perfección al entorno burgués en el que se ubica y es un referente en el crecimiento de la ciudad, al ser la única plaza radiocéntrica del casco anterior al desarrollismo de los años setenta del siglo XX.