"Han cambiado un problema de fluidez del tráfico por otro de seguridad de las personas". Así valoró ayer la comunidad educativa del IES Anaga el cambio de parada de las guaguas urbanas de Titsa (líneas 905, 908, 909 y 911) en el barrio de La Alegría. Ahora está situada "a la entrada y salida de dos centros escolares porque hay que incluir el cercano colegio Alonso Spínola".

A finales del curso pasado, la empresa de transportes del Cabildo la trasladó un poco más arriba de su ubicación "por seguridad vial y con el máximo consenso", explican desde Titsa. El Consejo Escolar envió a finales del pasado mayo un escrito, en apoyo a una denuncia de la dirección, a la Consejería de Educación y Seguridad Vial del Ayuntamiento de Santa Cruz. Comenzó el nuevo curso y "ha ido a peor".

Solicitan desde el IES, "presencia policial para regular el tráfico y velar por la integridad física de quienes se exponen cada día a las 14:00 horas a ser arrollados a la salida del centro cuando las guaguas pasan a gran velocidad (algo que desmienten desde Titsa) tanto al subir como al bajar". Piensan que "debe limitarse la velocidad en el tramo entre el instituto y el colegio". Asimismo, "para evitar el atasco es necesario que las guaguas no aparquen en doble fila. Y la idea de hacerlo en batería ha complicado todo".

"Las vehículos deberían mantener apagados los motores mientras están estacionados -añaden- para no entorpecer el normal desarrollo de las clases, ya que la reverberación del sonido en el barranco produce un estruendo que impide el normal desarrollo de la docencia".

Proponen "replantearse las líneas que acaban en La Alegría como de circunvalación para evitar períodos de espera de las guaguas o, como solución momentánea, trasladarlas a la ubicación anterior, pero en sentido ascendente, aprovechando el aparcamiento entre los laureles de Indias". Además, se ha planteado al ayuntamiento "habilitar un solar como aparcamiento".

Fuentes vecinales señalaron que "hace años que existe riesgo porque no hay acera pegada al barranco. Decían que serían dos guaguas, pero se acumulan hasta ocho o nueve. No hay guardias muertos, ni semáforos ni presencia policial".

A 100 metros, en el Alfonso Spínola "han instalado el viradero. La guagua no puede dar marchas atrás por falta de espacio, pero cuando se llena el aparcamiento con los coches de los padres deben hacerlo y es una maniobra muy peligrosa".