Dos parroquianos discutían la mañana de ayer sobre lo divino y lo humano, incluido el posible ascenso a Primera División de la UD Las Palmas, sentados en el borde de la fuente de la plaza de los Patos. Al preguntarles por el fondo de un estanque lleno de huecos dejados por las piezas arrancadas, uno de ellos contestó, socarrón: "Los azulejos son tan bonitos como golosos". Casi nunca el estanque tiene agua (ayer era la excepción sin abundancias, apenas cuatro dedos) y eso propicia que, sin necesidad de botas ni gafas o tubos, cualquiera puede acceder a su interior y llevarse un recuerdo de su visita . Un fantástico "souvenir".

La tertulia espontánea deriva hacia la denuncia de la falta de agua en la fuente "como pasa también en la de Weyler o el monumento a Franco (el ángel de Juan de Ávalos, si lo prefieren)" apuntan los críticos espontáneos para añadir: "Solo ponen a funcionar de vez en cuando el barreño de la plaza de la Paz. Será para ahorrar".

Este entorno de 1.330 metros cuadrados es uno de los lugares más bellos de la ciudad, ideal para reposar y disfrutar de la tranquilidad. Construida entre 1913 y 1917, la fuente central es idéntica a la de las Ranas del parque de María Luisa de Sevilla.

Pero el pato del centro (no es pato, sino oca), que da nombre a la plaza, la tortuga sobre la que descansa y las ocho ranas (cuando están todas) de alrededor precisan un urgente tratamiento de rehabilitación dado su deterioro. El mal estado del muro perimetral y los restos "descascarillados" de alguno de los veinte bancos -con anuncios de las empresas patrocinadoras de su construcción pintados en preciosa cerámica del barrio sevillano de Triana- completan la imagen.

La responsabilidad es de propios y extraños. "Muchos que están de paso cometen atropellos, pero también hay gente del país muy gamberra", apuntan los vecinos. Unos y otros han hecho del mobiliario de la plaza de los Patos un souvenir de Santa Cruz.