Es apenas un kilómetro. Bueno, quizás sea uno y medio. Parte del aeropuerto, atraviesa la zona de La Bajita y sube una parte sinuosa por la carretera de Lodero. Curvas, algunas de ellas cerradas, semicurvas y pequeños tramos en recta. Esa es la imagen. Es un recorrido que ciertamente invita a ir despacio o, al menos, a ser precavido.

El trayecto está salpicado de espacios donde las empresas de alquiler de coches, unas más conocidas que otras, han decidido "guardar" sus vehículos. La razón es sencilla: la cercanía con el aeropuerto. La llegada de vuelos internacionales, sobre todo durante de temporada de invierno, y el espectacular aumento del tráfico interinsular, producto del incremento del descuento de residente, multiplica el trabajo para los rent a car en el aeródromo, donde los turistas esperan por el vehículo previamente contratado.

Lo ideal sería que todas las empresas tuvieran sus coches dentro del aeropuerto, pero AENA no ayuda. Al contrario, "sablea". El dineral que pide este ente estatal tan solo lo paga una parte de los rent a car, mientras que al resto les sale más rentable encontrar y alquilar un espacio en las cercanías donde guardar sus vehículos. Incluso han desaparecido explotaciones agrícolas, canteros enteros sobre todo de plataneras, al optar sus propietarios por ofertar el terreno a coches de alquiler.

Son, al fin y al cabo, centenares de coches, sí, centenares, aparcados en espacios habilitados. Algunos llevan desde "siempre" en la zona, mientras que la mayoría se han incorporado en los últimos años.

Y con todo "montado" llegan los problemas. El kilómetro (mejor ponerle kilómetro y medio) se convierte en una especie de circuito para el personal de rent a car, donde en ocasiones sientes en el maletero de tu vehículo el "aliento" del coche que te sigue. No importa que esté abierto al tráfico. Es un correr sin sentido. Para el resto es mejor relajarse. Horarios demasiado ajustados, prisas para cumplir con los clientes... y la inconsciencia de unos pocos. O, mejor, de unos cuantos. ¿Todos?, no. Sería injusto. Quizás sean los mismos de siempre, pero hacen mucho ruido.

Vecinos de la zona, que deben utilizar este tramo para sus quehaceres diarios, no han tardado en quejarse por la velocidad a la que circulan estos coches. No les falta razón. A ellos se han unido también ciclistas molestos por adelantamientos sufridos. Fuentes de la Dirección General de Tráfico, guardias civiles al fin y al cabo, han reconocido a esta redacción que son conscientes de la situación que se vive en este tramo. Ya han situado patrullas por la zona, aunque no es menos cierto que faltan controles de velocidad.

Mientras tanto, sigue una especie de lucha sin cuartel por llegar el primero.