La obra civil estará finalizada en diciembre de 2017, unos meses antes de lo previsto. Luego, se equipará con tecnología interpretativa puntera (moderna). Y, por último, en el invierno de 2018 estará abierto al público. Sí, el Centro de Visitantes del Roque de los Muchachos será una realidad en año y medio. Para qué engañarse, parece mentira. Tras lustros de incumplimientos, de contratos fallidos, de traiciones entre administraciones, la Isla dispondrá en su cima de un espacio clave para que la ciencia llegue directamente al ciudadano de a pie y, de camino, se muestre algo de músculo ante el sector turístico.

El centro está situado después de superar (viniendo de Santa Cruz de La Palma) la subida a los telescopios. Tras unos centenares de metros por la carretera general en dirección a Villa de Garafía. Cerca estarán los aparcamientos que plantea el ayuntamiento, todavía en proyecto, y que será el límite para llegar al complejo de observación en vehículos privados. La estrategia global es ofrecer los mejores servicios al turista y, a la vez, generar recursos que no hace falta ser matemático para darse cuenta de que serán cuantiosos.

¿Qué hay ahora? Nada. Bueno, para ser más exactos los turistas que suben al Roque de los Muchachos disfrutan de lo más importante: los paisajes. Que han estado desde siempre. Y, entre ellos, instalaciones astrofísicas que se han ido colocando en las últimas décadas y que despiertan todo el interés. De resto, ni un simple urinario. Los visitantes deambulan por senderos espectaculares sin que nadie les ofrezca servicios ni les saque partido. Y aún así, pese a saber lo que se van a encontrar en la cima, cada año suben a unos 2.400 metros de altitud, por una carretera de montaña, más de 100.000 personas.

"El centro va a quedar espectacular", murmuró hasta en dos ocasiones el presidente del Cabildo de La Palma, Anselmo Pestana, durante la visita oficial realizada ayer a las instalaciones. Para situarse: ubicados en la edificación, en el frente se disfruta de un mar de nubes que muere en el horizonte y a la espalda, los telescopios con el Grantecan como referencia. Esa era la imagen, sin nubes y en un día casi de verano.

El arquitecto se esforzó por explicar a los políticos, entre los que se encontraba el consejero regional de Economía, Pedro Ortega, las peculiaridades del edificio, que dispondrá de una cúpula desde la que poder ver el firmamento. Unos 1.400 metros cuadrados que incluirán tres zonas expositivas, una sala de proyecciones, una tienda, un teatro... También habrá, en una parcela de 14.000 metros cuadrados, un restaurante, una zona de aparcamiento, jardines y terrazas. Los restos arqueológicos que se encuentran en las cercanías, los que aún quedan, aportarán un valor añadido a este enclave.

Pestana y Martín Taño, alcalde de Garafía, aprovecharon para darse la mano en público, en un gesto que llega tras las desavenencias, más técnicas que políticas, por la ubicación de la red de telescopios Cherenkov. También estaba la consejera de Turismo, Alicia Vanoostende, alcaldes, representantes municipales, otros de la "corte" y el vicepresidente insular, José Luis Perestelo, que intentaba, aunque tuviera que dar un paso al costado, que nadie se sintiera perjudicado por no salir en la foto. ¡Y mira que era complejo! Sí, eran demasiados políticos, llenaron casi una guagua para llegar arriba, pero por una vez, al menos ayer sí, merecía la pena que estuvieran todos.

En el turno de alegatos, Pestana habló del acuerdo entre instituciones para que el centro de visitantes pudiera avanzar: "es fruto de la colaboración entre la administración insular, el Ayuntamiento de Garafía y el Instituto Astrofísico de Canarias y se convertirá en un revulsivo turístico para la Isla". Mejor no recordar lo ocurrido años atrás. No se olvidó de que el 80% de la obra, cuyo presupuesto ronda los 3,2 millones de euros, sale del Fdcan.

Mientras, Ortega defendió que estas instalaciones "son el enclave perfecto para ofrecer al mundo una visión especial del cielo canario", además del valor que aportan "los telescopios que se están desarrollando en paralelo en el Roque". Por cierto, no quiso hablar de política. O, mejor, habló por cortesía para no decir nada. Para evitar, a la postre, la advertencia de Antona de que era el momento de que su partido entrara a gobernar.