El 16 de enero del año 1957 ocurrió la mayor tragedia del siglo pasado en La Palma causada por una catástrofe natural. Las fuertes lluvias registradas en Cumbre Vieja provocaron riadas enfurecidas (agua, troncos y rocas) por los barrancos de Amargavinos, Aduares, Aguasencio... Quedaron arrasadas unas 200 viviendas, también el puente de El Llanito (núcleo del suceso) y se esfumaron vidas. Familias casi enteras. 24 personas de Mazo y Breña Alta fallecieron, de algunas de ellas ni tan siquiera se lograron recuperar los cuerpos.

Seis décadas después, el recuerdo de los fallecidos sigue vivo. El Ayuntamiento de Breña Alta ornamentó ayer el modesto monumento en memoria de las víctimas, cuyos nombres quedaron grabados para siempre junto a una cruz. "Para los breñuscos es un día marcado en negro en el calendario municipal, que nos invita a sacar fuerzas, como las personas que han sobrevivido, para sobreponernos a las mayores adversidades y salir adelante", reconocía ayer el alcalde, Jonathan Felipe.

Felipe sabe, pese a su juventud, que aquella tragedia fue "un mazazo en la historia de Breña Alta, que demostró, por otro lado, que los vecinos del municipio son capaces de superar incluso los más trágicos episodios".

El relato más elocuente de lo ocurrido fue recogido por EL DÍA en el año 2002. En un reportaje sobre aquella mañana del 57, Antonio Mendoza, que perdió a siete de sus familiares en la tragedia, contaba: "Mi padre y yo fuimos a socorrer a un vecino que vivía cerca de nosotros, pero el agua rompió su casa y nos llevó a los tres. Cuando la riada me arrastraba pude agarrarme a una palma que atravesaba el barranco y logré salir fuera del cauce. Sin tiempo y sin pensarlo fui a buscar a un hermano de cinco años, lo dejé en la carretera y volví para mi casa. Cuando llegué cogí con todas mis fuerzas a una hermana de siete años y corrí, pero el agua llegaba con demasiada fuerza, tiró detrás de mí a toda mi familia, me partió el brazo y perdí a mi hermana, que llevaba agarrada. No la pude ver más, ni siquiera apareció su cuerpo". Lo contaba como si todavía lo estuviera viviendo.

Andrea Carmen Arrocha Díaz fue otra de las supervivientes del suceso y también en 2002 afirmaba a EL DÍA que "por mucho tiempo que pase, nunca se olvida. El agua no se veía porque estaba cubierta por una nube oscura. Fue horroroso porque las viviendas estaban en el barranco y solo por el centro había una pequeña canalización. Salimos corriendo de la casa y gracias a Dios no nos ocurrió nada".