SERÍA todo lo pendenciero y pintoresco que se quiera, pero Julián van Baumberghem Bardají significó en la historia política de La Palma, y en general de Canarias, el defensor de las islas menores, a las que incorporaron La Palma al despojarla de su condición de principal y realenga. Que valga repetir que no aludía a la isla, sino propiamente al puerto de Santa Cruz de La Palma, pero tratando de eliminar una tercera en discordia, se encontraron con que la concordia entre dos brilló por su ausencia e hizo nacer el sempiterno pleito insular.

De los últimos de Cuba, cuando el Desastre de 1898, llegó a España Julián van Baumberghem Bardají. Nacido de padres españoles, estudió Medicina y Cirugía en la Universidad de La Habana y, revalidando el título en la de Madrid, en 1904 recala por la provincia de Santa Cruz de Tenerife como inspector de Sanidad, y por La Palma en 1904 como subdelegado de Medicina y médico militar. Pero, hombre de armas tomar, en el mismo año ya estaba desposado con Emma Yanes Carrillo, hija de Manuel Yanes Volcán, uno de los miembros más influyentes del Partido Conservador.

Lo que más caracterizó a Van Baumberghem fue su confusa y difusa vida personal y política. Natural que de llegada perteneciera al partido de su suegro, el que pronto abandonó al ver que lo conservador no era lo de Santa Cruz de La Palma, cambiando de chaqueta e ingresando en el Partido Liberal Tradicional. Por corto tiempo, al fundar el Partido Liberal palmero, que se llamaban "auténticos", mientras el Tradicional los llamaba "sevillanos", como los duros falsificados en Sevilla. Pero es más, también le acusaban de servir a los conservadores al producirles una escisión en sus filas. Desató tal enemiga contra don Francisco Abreu García, médico carismático y benefactor que ostentaba la jefatura liberal en La Palma, que provocó el duelo donde Juan Antonio Pérez Jaubert perdió una oreja. Y otra venganza de escándalo se cobró contra el destacado liberal Manuel Luján Abreu, al sostener con su hija un amor extramatrimonial, del que naciera Manuel Luján García.

Al final de tantas vicisitudes en tan corto tiempo, lo cierto es que Van Baumberghem fundó su Partido Liberal palmero, de propensión antidinástica, con el insospechado éxito de verse en 1908 diputado a Cortes por el distrito de Santa Cruz de La Palma, enarbolando la bandera el luchar siempre por una mayor autonomía de las islas menores del Archipiélago de Canarias. Que el lema iba en serio lo demostró en su primera intervención parlamentaria al preguntar al presidente -cansado de oír toda una tarde cifras y capítulos del presupuesto-: "¿Y para La Palma nada?". A su regreso fue homenajeado con un banquete en el teatro Chico, sin precedencia en la turbamulta fauna política palmera, en la que "Bambú" cayó como una piedra en sus estancadas aguas.

Fácil se hace pensar que, sin llegar a la humorada de Van Baumberghem, sí debieran los políticos de las islas menores, o mejor llamarlas centralizadas, dar muestras de bien ganar lo que les pagan, luchando por la autonomía que en puridad constitucional les corresponde. Pero si para García Lorca "¡se acabaron los gitanos / que iban por el monte solos!", en el Estado de las Autonomías constitunacionalizado en España, igual los defensores de que el Archipiélago de Canarias sea de siete islas con capitales y puertos. Y su falta queda de manifiesto con la primicia anunciada por el presidente canario, del arduo trabajo que viene realizando para conseguir condiciones que hagan atractivas las islas a las compañías aéreas, logrando un acuerdo con la irlandesa Ryanair de establecer bases operativas en Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, y una cuarta en fase de negociación para Fuerteventura, que elevará las rutas con el Archipiélago, un millón de turistas más y la inversión en cuatrocientos millones de euros. Desde ultratumba, Van Baumberghem preguntará al presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias: "¿Y para La Palma nada?".

El colofón informativo que proporciona Aena (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), que realiza en el aeropuerto de La Palma tan cuantiosa inversión que asegura la recepción de un millón de turistas año, de la importante caída del turismo entrado por vía aérea, que llegara a 36.228 en noviembre de 2010, frente a los 41.790 del mismo periodo anterior, hace temblar de miedo al pensar que o la presidencia autonómica desvaría al creer que la Isla Bonita se trata de la de San Borondón, o Zapatero le cuenta entre sus discípulos; o los palmeros son bosquimanos, que haberlos los hay y callan como misos, pues sus todavía calientes manifestaciones de que La Palma tiene un moderado crecimiento y será el primer destino sostenible de Canarias son pura filfa o ensoñación de los cuentos árabes de "Las mil y una noches".