Juan Dóniz Dóniz, nacido en el barrio de medianías de Benijos en 1959, anunció ayer que dejará la política al final del mandato, después de 36 años como concejal de ATI y CC en el Ayuntamiento de La Orotava. Ha sido edil desde 1983 hasta 2019, y entre 1995 y 2003 ejerció como consejero del Cabildo de Tenerife. Dóniz ha sido un referente nacionalista en la Villa durante más de tres décadas y un ejemplo de superación que encarna los profundos cambios que ha experimentado el municipio desde la llegada de la democracia en 1979.

El actual portavoz del gobierno de CC fue el primer universitario, el primer concejal y el primer consejero insular nacido en Benijos. Dóniz es hijo de unas medianías donde malvivían, en los años 60 y 70 del siglo XX, más de 3.000 personas ancladas en el subdesarrollo. Barrios sin agua corriente, ni luz eléctrica, ni teléfonos, ni carreteras asfaltadas, ni centros culturales, sanitarios o deportivos. Barrios dejados de la mano de Dios donde el analfabetismo superaba el 83%.

El sacerdote salesiano Víctor Rodríguez, hombre fundamental en la trayectoria vital de Juan Dóniz, escribió en 1978 sobre el contexto vital de aquel joven benijero: "Pocas zonas tan marginadas en nuestro país como la rural de La Orotava: analfabetismo, distancia y falta de comunicaciones, contexto social de servidumbre, falta absoluta de creaciones folclóricas y literarias. Un factor bastante decisivo es la gran juventud de su población, sin herencia anterior y preocupada por las urgencias elementales de cada día, y la gran inseguridad frente al porvenir. Son también factores determinantes los bajos ingresos familiares frente a la numerosa prole, la dureza del trabajo agrícola y ganadero, que precisa la mano de obra de toda la familia, en una jornada laboral de sol a sol, y hasta en parte de la noche".

Víctor Rodríguez denunciaba en 1978 que en las medianías del Valle había un 41% de población menor de 15 años, como en la India de 1960; un 95% de partos en casa; un 90% de embarazadas sin atención médica, y un 83,5% de analfabetismo entre los padres de familia, un récord incluso para la España de 1978, "difícil de superar por la mayoría de los países subdesarrollados".

En aquel contexto oscuro y marginado, surgió la figura de Juan Dóniz. Un niño que no pudo ir a la escuela hasta los 8 años de edad, ocupado en las tareas de cuidar la huerta de su familia y las vacas y cabras que entregaban el sustento. Su humilde familia hizo un gran esfuerzo para que siguiera estudiando, más allá de tercero de Educación General Básica (EGB) en un municipio cercano. Recogió pinocha para sufragar sus estudios, caminó muchos kilómetros diarios para asistir a clase y realizó tres cursos en solo dos años. Siendo todavía un niño, ocultaba su lugar de procedencia para evitar las burlas y humillaciones. Un estigma contra el que Dóniz ha peleado toda su vida.

Víctor Rodríguez le consiguió la beca que le permitió continuar sus estudios más allá de la escuela, pero a cambio trabajó en la alfabetización de sus vecinos y en el primer teleclub de un barrio que carecía de luz eléctrica. La matrícula del Bachillerato la pagó con ahorros provenientes de la huerta de papas que sembraba. En aquellos tiempos iba con su padre, después de las clases, a vender las papas a la capital. Años después se trasladaba a Santa Cruz de Tenerife a ejercer como consejero del Cabildo y presidente del Consorcio de Tributos de Tenerife. El sueño americano a escala insular.

Cuando acabó el bachiller, aún tuvo que trabajar como peluquero, vendedor de libros y zapatos, y hasta músico de orquesta para sacar una pequeña renta y costear sus estudios en la universidad. También trabajó arreglando pistas forestales y protegiendo los montes del fuego. No se puso techo y el trabajo y el esfuerzo le permitieron convertirse en el primer universitario de Benijos. Un diplomado en Ciencias Empresariales y licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales que abrió las puertas del futuro a otros muchos niños y jóvenes de su barrio.

En 1983 entró en la Universidad de La Laguna (ULL) y se presentó a las elecciones municipales con la Agrupación Tinerfeña Independiente (ATI). Un año que quedará para la historia del barrio de Benijos. Desde entonces se ha encargado de algunas de las principales áreas en el Ayuntamiento de La Orotava, como Hacienda, Economía, Urbanismo o Personal, y de la portavocía del grupo de gobierno nacionalista.

Juan Dóniz Dóniz anunció ayer, ante la asamblea local de Coalición Canaria, que dejará la política en apenas cuatro meses. El portavoz del grupo de gobierno, primer teniente de alcalde y edil delegado de las áreas de Economía y Hacienda, Patrimonio, Recursos Humanos, Administración Electrónica, Participación Ciudadana, Transparencia y Buen Gobierno dice adiós.

Dóniz afirma que es una decisión "voluntaria y muy reflexionada", ya que "36 años, y nueve mandatos consecutivos, son muchos". Reconoce que trabajar como concejal de La Orotava ha sido "todo un orgullo y una labor muy satisfactoria por poder realizar muchísimas cosas por el bien de los vecinos y el pueblo".

Desde sus inicios en la política, con tan solo 24 años, valora sobre todo el desarrollo y la transformación de las medianías y altos de La Orotava. Tras 36 años de renuncias personales y familiares para hacer frente a las obligaciones del cargo, Dóniz considera que ha llegado la hora de "tomarse un descanso y dedicarle algo más de tiempo a la familia. Ya soy abuelo y no quiero perderme el crecimiento de mis nietos como me perdí el de mis hijos".

Juan Dóniz, que llegó a sonar durante años como posible sucesor de Isaac Valencia, afirma: "En todo momento he intentado ser yo y aprender cada día, enriqueciéndome de todos los que me rodean". Se marcha tan agradecido a tantas personas que reconoce que "sería imposible enumerarlas a todas", aunque sí quiere destacar el apoyo del actual alcalde, Francisco Linares, quien le ha pedido, sin éxito, que no se marche todavía. Y el del anterior alcalde, Isaac Valencia, con el que trabajó 30 años; el de todo el personal del Ayuntamiento villero, "incluyendo a todos los compañeros de corporación municipal en cada mandato". También tiene un recuerdo especial para los que ya no están, y para su familia, a la que pide perdón por los numerosos momentos que se ha perdido, "aunque fuera por una buena causa".

En el año 2006, tras recuperarse de un grave ictus que lo mantuvo apartado temporalmente de la vida pública, su barrio le dedicó una estatua. Más de 2.000 personas acudieron al acto de presentación de una escultura que representa a Dóniz con una azada al hombro y un libro abierto en la mano. Por ser el hombre que demostró a los benijeros que las barreras de la marginación pueden romperse a golpe de azada y con la brisa de las hojas de los libros.