David Hernández Teixidor, doctor en Biología por la Universidad de La Laguna (ULL), ha sido contratado por el Ayuntamiento de Tacoronte para determinar la extensión de la plaga de termita reticulitermes flavipes, y lanza una seria advertencia: "Estas termitas subterráneas son la peor especie invasora a la que se enfrenta Tenerife".

No pretende crear alarma social, pero tras investigar el comportamiento de estas termitas, Hernández tiene claro que "el riesgo es enorme" para Tenerife: "Hablamos de una especie capaz de soportar temperaturas de hasta 4 grados centígrados, que come y se reproduce constantemente en buenas condiciones de humedad y calor, como las que tenemos aquí; con termiteros cuentan con millones de individuos y que, en el caso de quedar aislados, algunos tienen la capacidad de convertirse en reproductores secundarios, así que no dependen en exclusiva del rey y la reina. Además, se pueden comer prácticamente todo: viñas, papas, frutales, ficus, dragos, flamboyanes, laurisilva y hasta pinar".

"En mi opinión, estamos ante una especie invasora mucho más dañina que la polilla de la papa o el picudo rojo, ya que no es una amenaza para un determinado cultivo o un vegetal concreto, como las palmeras. Potencialmente, se puede comer todo. Su efecto destructivo es mucho mayor que cualquier otra especie introducida que hayamos conocido. Es algo muy grave", insiste este experto en Biología.

Hernández no duda al responder que "la única solución es una actuación a gran escala, en suelo público y privado. No tiene sentido que estemos actuando en Tacoronte y que nos e haga nada en Valle Guerra, en La Laguna, donde sabemos que también están estas termitas".

Según los datos que maneja, las termitas invasoras afectarían a la zona baja de Tacoronte, Valle Guerra y también a Arona, en el entorno de la llamada Milla de Oro, "donde llegaron por la acción humana, probablemente en árboles afectados, macetones o algún mueble, y creemos que, como no se hizo un tratamiento específico para esta especie, aún no han sido erradicadas de esta zona del Sur".

La fase alada, la de máxima expansión de esta especie, se produce entre diciembre y enero, pero cada día la plaga puede seguir avanzando por el desplazamiento de algunos ejemplares y, especialmente, por la acción humana. "Los ejemplares se pueden mover a otras zonas de la Isla en mobiliario o madera afectada, árboles, macetones e, incluso, tierra. Tirar un mueble con estas termitas a la basura está totalmente desaconsejado. Lo ideal sería acumularlos en alguna parcela de la zona afectada y quermarlos", plantea.

"Es muy importante que la plaga quede confinada a la zona en la que creemos que está ahora", subraya. Ese entorno se ubica entre Valle Guerra (La Laguna) y las zonas tacoronteras de El Pris, Mesa del Mar, Juan Fernández y Tagoro.

"Hay que tratar toda esa zona. Tacoronte ya ha empezado a actuar, pero no tendría sentido limitar esta actuación a un solo municipio ni a las zonas públicas. Es necesario llegar a todas las parcelas donde haya termitas, aunque será muy complicado", reconoce.

La zona cero de la plaga de termitas reticulitermes flavipes es ideal para su expansión y presenta varios condicionantes que complican su erradicación: existe una gran extensión de terrenos baldíos y de invernaderos abandonados, que ofrecen buenas condiciones para su reproducción "sin molestias ni control", y además hay al menos tres grandes viveros de plantas y árboles en la zona, por lo que el movimiento de tierras y vegetales es elevado. Esos terrenos mayoritariamente abandonados ocupan una enorme bolsa de suelo entre la TF-165; las calles El Sambuzal, Juan Fernández y Tagoro, y las viviendas sociales de la calle Cándido López Trujillo. Miles de metros cuadrados en los que es necesario actuar.

"Como biólogo, tengo muy claro que hay que hacer esa actuación a gran escala en todas las zonas afectadas, pero también soy consciente de que jurídica y administrativamente es muy complicado intervenir en terrenos privados si no es con el permiso de los propietarios. Además, estamos hablando de grandes fincas abandonadas y alejadas de las carreteras", lamenta.

A su juicio, esta plaga no se atajó desde sus inicios porque empezó afectando a viviendas particulares y, aparentemente, no suponía un riesgo para la agricultura. Una conclusión errónea que, tras las primeras investigaciones, ha hecho saltar todas las alarmas.

"Inicialmente se vio como un problema de viviendas y particulares, pero ya hemos visto que estas termitas subterráneas son capaces de atacar viñas, frutales, dragos, ficus, flamboyanes, flores de pascua, algunas especies de palmeras, aunque la canaria de momento no... Por experiencias en lugares como Andalucía con otras termitas subterráneas, sospechamos que podría afectar también a cultivos como la papa o las zanahorias. Prácticamente ningún árbol estaría a salvo de este insecto, capaz de sobrevivir a temperaturas bastante bajas, así que tememos sus efectos en la agricultura, pero también en ecosistemas naturales como el tabaibal, la laurisilva e incluso el pinar, si llegara allí", insiste Hernández.

Ataca maderas muertas, como las de los muebles, las edificaciones antiguas, los retablos o los postes, pero también a árboles vivos, lo que la convierte en un "riesgo enorme" para la biodiversidad, el patrimonio histórico y la actividad agrícola de Tenerife.

Esta plaga, con potencial para adquirir dimensiones bíblicas, ha encontrado en Tenerife un clima ideal, que acelera su actividad y ritmo reproductivo, y un ecosistema propicio para incrementar una población compuesta por millones de ejemplares en un sólo termitero. Se calcula que una colonia puede tener entre 4 y 10 millones de termitas, y en una única parcela de 200 metros cuadrados, Apinsa detectó tres termiteros. Si en el solar de una vivienda particular de la costa de Tacoronte han encontrado entre 12 y 30 millones de termitas en 200 metros cuadrados, no es difícil imaginar la magnitud del problema en las 450 hectáreas o 4,5 millones de metros cuadrados donde se estima que se ya se ha asentado.

Hernández espera que las instituciones públicas inicien un estudio integral de la extensión de la plaga en Tenerife y, de forma prácticamente simultánea, una intervención a gran escala.

David Hernández considera fundamental que los vecinos que sospechen de la presencia de termitas invasoras en sus propiedades avisen al Ayuntamiento de Tacoronte y a una empresa especializada en el control de plagas: "Es muy importante que no hagan ni toquen nada hasta que los especialistas empiecen a actuar".

Recalca que es muy importante no romper los túneles o galerías que construyen estas termitas entre sus termiteros subterráneos y las zonas a las que acuden a comer en la superficie, que son especialmente visibles en las edificaciones. Son caminos con aspecto terroso, de color marrón oscuro, que construyen con una mezcla de saliva, tierra y excrementos para evitar la luz.

"Esos caminos son la vía por la que se puede hacer llegar el termiticida a la colonia. Si los destruimos o las molestamos, simplemente buscarán nuevas vías de acceso que, probablemente, ya no estén a la vista", indica.

"Los muebles, maderas o árboles afectados no deben tirarse, bajo ningún concepto a la basura, ni sacarse de la zona donde están, ya que contribuiríamos a dispersar la plaga por la Isla", advierte.

A juicio de Hernández, la solución ideal sería que el Ayuntamiento de Tacoronte buscara una parcela dentro de la zona invadida para depositar los materiales afectados "para quemarlos, que es la única forma segura de deshacerse de ellos". Mientras tanto, este biólogo recomienda a los afectados que, si es posible, soliciten permisos para hacer quemas controladas de madera y árboles con reticulitermes flavipes.

David Hernández

DOCTOR EN BIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA