La víspera de San Andrés es, en el norte de Tenerife, un día de tradiciones, emociones, ruidos, vinos y castañas. Tradición y emoción que aúna el arrastre de las tablas, un auténtico espectáculo que convierte a Icod de los Vinos en un icono festivo nacional. Del arrastre de los troncos de un antiguo aserradero surge esta exhibición popular a velocidades endiabladas por las calles más empinadas de la ciudad, sin más medidas de seguridad ni freno que grandes pilas de neumáticos viejos. Tradición y emoción que también aúna la más sosegada, y menos arriesgada, tradición de correr los cacharros. Ese día en el que los niños son los grandes protagonistas, puesto que, por una vez, les dejan armar jaleo y correr por las calles mientras arrastran cacharros y cosas viejas.

La jornada de ayer huele y sabe a castañas asadas, pese a la escasa cosecha que ha dejado la sequía. Los adultos estrenan el vino nuevo y lo acompañan con pescado salado. El día y la noche suenan a cacharro metálico y a tabla que se desliza como un trineo sobre el asfalto.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la tradición de correr el cacharro estuvo a punto de perderse. Colectivos como La Escalera pelearon por mantener una vieja costumbre que se ha revitalizado gracias a la implicación de colegios, asociaciones y ayuntamientos como los del Puerto de la Cruz o La Orotava, que ya no ponen freno, sino promueven, el alegre estruendo de los cacharros.

En la Ciudad del Drago, las tablas nunca han corrido peligro de extinción. Forman parte del ADN icodense. Se pueden contar, pero hasta que no se contemplan en directo, por ejemplo en la calle El Plano, cuesta asimilar la velocidad, el riesgo, los golpes y los saltos increíbles de sus jóvenes y no tan jóvenes protagonistas. Ya sea en tablas individuales o tablones colectivos, hace falta valor para lanzarse sin más freno que unas manos con guantes, un pretil o unos neumáticos donde muchos acaban el arrastre a volteretas.

Las tablas son uno de los acontecimientos más esperados del año en Icod. Ayer fue el día grande, pero todavía hoy quedará tiempo para disfrutar de la tradición y el espectáculo. A partir de las 19:30 horas, en la calle San Agustín, se celebrará la Gran Fiesta de los Vinos, y las tablas se arrastrarán por última vez hasta noviembre de 2018.

La Casa del Vino de Tenerife, dependiente del Cabildo, acogió anoche en El Sauzal el acto del descorche de la cosecha de este año de los vinos de Tenerife y la entrega del Premio San Andrés 2017, que este año ha recaído en la Bodega Suertes del Marqués, "en reconocimiento a su aportación a la valorización del paisaje vitivinícola del Valle de La Orotava y a su apuesta por la internacionalización de los vinos de la Isla". El premio fue recogido por el fundador de la bodega, Francisco García.

Suertes del Marqués es una bodega familiar que empezó a elaborar vinos en 2006 pero ya desde los años ochenta había comenzado a vender sus uvas a otras bodegas de la Denominación de Origen Valle de La Orotava. Cuenta con un total de 11 hectáreas propias, ubicadas entre los 350 y los 700 metros, la mayoría con el sistema de conducción típico del Valle, el cordón trenzado.

Esta bodega exporta actualmente a 25 países de cuatro continentes alrededor del 90% de su producción. Países como Japón, Australia, Tailandia, Francia, Italia, Rusia o Estados Unidos tienen importador directo de los vinos de la bodega.

Los vinos de Suertes del Marqués están valorados en las principales guías especializadas, como Jancis Robinson, Peñín o Parker por encima de los 90 puntos en sus diferentes añadas.

Las actividades con motivo de la festividad de San Andrés comenzaron con dos conferencias, continuaron con la entrega del premio y se cerraron con el tradicional descorche y brindis, y música de Benito Cabrera.