La obra de reforma del paseo de San Telmo, en el Puerto de la Cruz, parece abonada a la polémica de principio a fin. Cuando los trabajos afrontan su recta final, surge un nuevo lío por el posible impacto de la rampa para salvar las escaleras sobre los escaparates de una joyería que lleva 21 años en la esquina de San Telmo y la calle Sargento Cáceres. El propietario del negocio, Mohan Choitram, considera que el proyecto de la rampa -que fue anunciada, descartada y finalmente recuperada- enterraría nueve de los doce metros de escaparates que tiene su negocio y lo aislaría del paseo de San Telmo. El edil de Urbanismo, Sebastián Ledesma (PP), no comparte esta visión y asegura que el desnivel existente no permite otra alternativa.

Choitram recalca que no quiere "conflictos con nadie" y que su intención es encontrar una solución de consenso, pero está convencido de que si se ejecuta la obra tal y como está prevista, "matarán" su negocio, "que da sustento a cinco personas".

Se da la circunstancia de que Choitram es uno de los pocos empresarios del paseo de San Telmo que ha presentado un proyecto para acogerse al plan de renovación y mejora de fachadas que planteó el Cabildo. "En febrero presentamos toda la documentación con la idea de invertir más de 15.000 euros en renovar la imagen de la fachada, pero con este problema no sabemos qué hacer", detalla.

Los escaparates de esta joyería se encontraban junto a las escaleras del paseo, con acceso directo de los peatones. Cuando se ejecute la rampa, estarán a una cota inferior, en un pasillo de apenas un metro y medio, sin acceso directo desde la rampa. Lo que reclama Choitram es que la rampa se retire un poco de su negocio y que se mantengan las escaleras de acceso a sus escaparates. A su juicio, el estrecho pasillo generaría, además, problemas de limpieza y alejaría a los clientes de la principal fachada de su negocio. Ledesma no considera viable esta propuesta y subraya que la obra se ejecuta "solo en el espacio público".

Choitram se reunirá hoy con las autoridades insulares responsables de la obra para tratar de encontrar una solución consensuada. "Yo siempre he cumplido con todas mis obligaciones, no me quiero jubilar, sino seguir trabajando, y lo único que pido es que nos dejen como estamos. Nada más", recalca.

El problema de este negocio podría parecer un asunto particular, pero si no se llega a un acuerdo y la empresa denuncia los trabajos, la finalización de la obra podría retrasarse notablemente, según reconoce el propio Ledesma.