Es posible que esta pregunta abra los cielos y llueva a cántaros. Por expresiones menos osadas que esta he sufrido en carne propia el azote de un tiempo inclemente y severo. Creo no recordar una quincena de enero como la que acabamos de franquear, tan lúcida, espléndida y transparente, incluso hasta relativamente cálida durante las horas de sol a la orilla del mar, que ya quisiera la primavera inquieta y revoltosa exhibir en todo su esplendor, pero Guesher sigue callado, taciturno y casi mudo, como si pretendiera verlas venir, desde su atalaya. Tendría que repasar las cabañuelas de agosto o despejar las dudas sobre este atípico invierno con atavíos primaverales con don Horacio Dorta, todo un maestro en la predicción del tiempo.