El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, negó categóricamente el uso de la violencia tanto el 20-S como también el referéndum del 1-O, al que se refirió como "el ejercicio más grande de desobediencia civil que ha habido en Europa", del que todos los españoles debían estar orgullosos.

Porque, como dijo, "el Estado de derecho no está por encima de la democracia", reflexión que chocó con lo manifestado el pasado día 20 por el rey Felipe VI cuando aseguró que "no es admisible apelar a una supuesta democracia por encima del Derecho".

Cuixart, para quien la Fiscalía pide 17 años de cárcel por rebelión y que lleva en prisión provisional desde el 16 de octubre de 2017, reconoció que las declaraciones que prestó ante el juez instructor estaban condicionadas por su "voluntad de salir de prisión al precio que fuera", ya que la cárcel supuso para él "un impacto emocional muy grande" al verse como "un preso político".

No obstante, sentenció que su prioridad ya no es librarse de la prisión, sino solucionar el conflicto catalán, haciendo uso si es preciso de la resistencia pacífica y de la desobediencia civil, conceptos que el propio Tribunal Supremo -matizó- reconoce como un "síntoma del buen estado de salud de una democracia".

Es por ello que calificó el 1-O como "el ejercicio más grande de desobediencia civil que ha habido en Europa", del que todos en España deberían estar "orgullosos", frente a la "resolución injusta" del Tribunal Constitucional (TC) que impidió el referéndum.

Según Cuixart, el 1-O fue "un ejercicio de protesta" en el que el soberanismo mostró su disconformidad con la decisión del Constitucional de impedirlo dejando claro que la única violencia que se ejerció aquel día fue la policial.

Hizo referencia a los heridos por la "violencia desproporcionada" que emplearon los policías que, a su parecer, "estaban cumpliendo órdenes" y lamentó que algunas personas en España "jalearon" a los agentes al grito de "a por ellos", aunque se negóa responder respecto a los agentes heridos.

El turno de Rajoy

A la tercera semana del juicio y tras la declaración de los acusados, llega hoy, miércoles, el turno de los ''testigos ilustres'', encabezados por el presidente del Gobierno en pleno auge del ''procés'', Mariano Rajoy, y cuatro miembros de su gabinete, que acabaron cesando al Govern de Puigdemont en aplicación del 155. Será la segunda ocasión en la que Rajoy testifique en un juicio penal, si bien esta vez lo hará en calidad de expresidente y no de líder del Ejecutivo, como sucedió con el caso Gürtel.

Soraya, Zoido y Montoro

De su gabinete comparecerán, también, la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, y los ministros Juan Ignacio Zoido y Cristóbal Montoro, cuya testifical ansían las defensas por las contradicciones en que incurrió cuando aseguró que no se destinaron partidas para financiar el 1-O, una afirmación que luego trató de enmendar pero que los letrados aspiran a exprimir en la vista oral. Por los pasillos del Tribunal Supremo se cruzarán con antiguos interlocutores como el expresident Artur Mas o con actuales representantes catalanes como el presidente del Parlament, Roger Torrent, o la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Eso sin olvidar al lehendakari, Iñigo Urkullu.