La nueva realidad que ha traído Madrid Central a la movilidad de la capital se ha manifestado de manera tibia en la jornada inaugural de la medida, en la que los madrileños han observado escasos cambios en el área restringida al tráfico, aunque muchos coinciden en que habrá que esperar para calibrar su impacto real.

Esta medianoche se dio el pistoletazo de salida a una de las iniciativas más emblemáticas del mandato de Manuela Carmena como alcaldesa, y la primera mañana en la que el perímetro rojo que rodea el distrito Centro de Madrid ha gozado de vigencia ha transcurrido con la normalidad como nota predominante.

Desde primera hora, efectivos de la Policía Municipal (a los que luego se han unido informadores de Línea Madrid) se han apostado en los principales puntos de acceso a esta zona de bajas emisiones de 472 hectáreas, con la finalidad de controlar el tráfico e informar de la nueva normativa a los conductores.

En Cibeles, donde estaba uno de los dispositivos más numerosos, agentes policiales han explicado a Efe que no se han detectado grandes anomalías en la circulación, ni en los ejes que constituyen el perímetro de Madrid Central ni en el interior del área.

En general, han afirmado, la gente está "bastante informada" acerca de la medida, por lo que se han dedicado principalmente a orientar al respecto a los turistas y a recordar a los más despistados que deben adquirir su etiqueta ambiental de la Dirección General de Tráfico (DGT).

Para los conductores de autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) tampoco ha sido una jornada fuera de lo corriente. Efe ha hablado con chóferes de algunas de las líneas que, por su recorrido y volumen de viajeros, pueden verse potencialmente más afectadas por Madrid Central, y todos han estado de acuerdo en que la situación esta mañana ha sido la habitual.

Si bien auguran que la desinformación y la ausencia de medidas punitivas (no habrá multas hasta marzo) quizás hayan disimulado el efecto de la medida, conductores de las líneas 21 (Pintor Rosales-El Salvador), 27 (Plaza de Castilla-Embajadores) y 2 (Manuel Becerra-Reina Victoria) han calificado de "normal" la afluencia de vehículos en las calles madrileñas.

Desde el Ayuntamiento señalan que entre las 7.00 y las 9.00 horas se ha percibido ya una mayor velocidad de los autobuses municipales de la EMT; las líneas que han circulado por la zona en este período lo han hecho un 20 % más rápido, en el perímetro la velocidad media se incrementa en el 23 % y en los accesos hasta un 25 %, todo ello comparando la velocidad con la del viernes de la pasada semana.

Como no podía ser de otra forma, hay quien sí ha notado un cierto nivel de colapso, sobre todo en lugares donde al estreno de Madrid Central se une la presencia previa de importantes obras, como el reasfaltado de la calle Atocha o la reforma del edificio Canalejas y la estación de Metro de Sevilla.

En sitios colindantes a estos trabajos, Madrid Central podría agravar los problemas ya existentes, según han manifestado Tomás y Verónica, dos taxistas que esperaban su turno en la calle Mayor, o David, un repartidor que frecuenta los alrededores del Museo Reina Sofía.

El sector de los repartidores quizás sea, entre los sondeados, el que más vehementemente ha expresado su rechazo a Madrid Central; es el caso de Víctor, que mientras descargaba su furgoneta en la plaza de Tirso de Molina lamentaba los ingentes esfuerzos que tendrán que hacer él y su empresa para adaptarse a los cambios.

Tampoco se ha recibido con optimismo la llegada de Madrid Central entre quienes regentan los aparcamientos del área, y en algunos de los visitados esta mañana, como el municipal de Jacinto Benavente o los privados de las calles Santa Bárbara y Relatores, los encargados de los recintos afirman haber detectado hoy mismo un descenso en el número de coches aparcados.

En cambio, para las tiendas de la calle Fuencarral ha sido una mañana de viernes como otra cualquiera; en muchas ni siquiera estaban al tanto de la implementación del plan de movilidad, y en todas han declarado no haber experimentado cambios en su clientela.

En cualquier caso, si en algo coinciden aquellos a quienes Madrid Central puede afectar económicamente es en que será este fin de semana, en el puente de la próxima semana y, sobre todo, durante las Navidades cuando realmente sea posible concluir si la medida resulta perjudicial o beneficiosa para ellos.

¿Y qué hay de los viandantes? Más de lo mismo. Varios vecinos del barrio de Malasaña han confesado que ni se han enterado de la entrada en vigor de Madrid Central, y los madrileños residentes en otros distritos que iban de compras por la zona esta mañana han dado una respuesta invariable: cuando vayan al centro lo harán, como siempre han hecho, en transporte público.