El terrorismo yihadista golpeó ayer a España por segunda vez desde el 11M de 2004 con un atentado en el centro de Barcelona que costó la vida de al menos 13 personas y hirió a más de 100, 15 de ellas en estado grave. El Estado Islámico, a través de su agencia afín, Amaq, reivindicó la autoría del atentado.

Sobre las 17:00 horas de la tarde, en la Rambla de la capital catalana, una furgoneta de color blanco embistió a la multitud de ciudadanos, muchos de ellos turistas, que en ese momento paseaban por la que es una de las principales arterias de la ciudad. Esa furgoneta fue interceptada.

Los mossos confirmaron la detención de dos personas y, aunque no aclararon su vinculación concreta con el atentado ni sus identidades, otras fuentes policiales explicaron que uno de los arrestados sería la persona que supuestamente alquiló el vehículo, en la localidad barcelonesa de Santa Perpetua de la Mogoda. Se trataría de un joven de origen magrebí de nombre Diss Oukabir, quien en su cuenta de la red social Facebook se hacía llamar "la fouine" (la comadreja, en francés). Oukabir llevaba cinco años viviendo en España, por lo que tenía documento de residencia. En 2012 permaneció un mes en prisión preventiva por un delito de abusos sexuales.

Pocos minutos después del atropello masivo (confirmado a las pocas horas como atentado terrorista), los Mossos d''Esquadra activaron un amplio operativo para acordonar el centro de Barcelona, detener a los presuntos autores mediante la llamada operación Jaula y atender a las víctimas. Además, cortaron el transporte público y pidieron a los ciudadanos y a los turistas que no transitaran por las zonas céntricas.

En uno de los controles desplegados en la avenida Diagonal de la ciudad, un sospechoso atropelló a dos agentes, causando lesiones a ambos (una de las agentes afectadas tiene el tobillo roto), a pesar de que intentaron detenerle a tiros. Esa persona fue localizada sin vida después, en su coche, a tres kilómetros del control.

A la espera de confirmación policial, dos personas fueron arrestadas por su supuesta vinculación con el atentado y una tercera falleció tras el tiroteo con agentes de los Mossos, en la avenida Diagonal.

Dentro de la operación antiterrorista desplegada, las fuerzas de seguridad localizaron un segundo vehículo sospechoso en Vic (Barcelona), que agentes especializados en explosivos examinaron sin encontrar peligro, sin que por el momento conste que el fallecido tenga relación con el atentado. Las pesquisas continúan para aclarar quiénes fueron los autores y cuáles sus conexiones.

La situación en el centro de la ciudad, horas después del atentado, estuvo marcada por el trauma y el silencio. Las calles mostraban un aspecto desértico, los turistas se encerraron en los hoteles y las estaciones de metro y tren estaban clausuradas.

Varios testigos relataron el horror. "He visto a varias personas volando", dijo un taxista; "la mayoría de los heridos no se podían levantar y había mucha gente ensangrentada en el suelo", señaló otro trabajador en la zona.

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, encabezó un comité de crisis horas después del atentado, al que acudió la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. A su término, aseguró que Cataluña, pese al ataque, "ha sido, es y será tierra de paz, bienvenida y acogida".

Su reacción fue una más del alud de manifestaciones de solidaridad y fraternidad con el pueblo catalán que expresaron los dirigentes políticos. El jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, que se desplazó a la Ciudad Condal junto a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Interior, tuvo conversaciones con Puigemont y con el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, para recibir puntual información de las consecuencias del atentado. También mantuvo contactos con los líderes de los principales partidos de la oposición. Todos los partidos a escala nacional y de ámbito catalán, el Congreso de los Diputados, el Senado, los ayuntamientos e instituciones transmitieron su cercanía con Barcelona y su repulsa por el ataque y la barbarie.

Hoy serán numerosos los actos de solidaridad, ya que están convocadas concentraciones y minutos de silencio en casi todos los puntos de España.

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Terrorismo yihadista trece años después

El terrorismo yihadista golpeó ayer por segunda vez España, trece años después de que el 11 de marzo de 2004 Madrid sufriera la mayor masacre de este tipo vivida en Europa, con la explosión de once bombas en cuatro trenes de Cercanías de Madrid. Hubo 192 fallecidos.

Las víctimas mortales, 143 de ellas españolas, eran de 17 nacionalidades distintas: 34 perecieron en el tren que explotó en la estación de Atocha; 63 frente a su paso por la calle Téllez; 65 en el de la estación del Pozo; 14 en el que estaba en la estación de Santa Eugenia y 16 en diferentes hospitales. La última murió en 2014 tras permanecer en coma diez años.

A las 192 víctimas se sumó el policía del Grupo Especial de Operaciones (GEO) Francisco Javier Torronteras tres semanas después, el 3 de abril de 2004, como resultado de las heridas sufridas cuando siete miembros del comando islamista autor de la masacre se suicidaron utilizando los explosivos que almacenaban en un piso de Leganés. Desde entonces, España, que estaba en alerta cuatro, un punto menos que la alerta máxima, se había librado de esta barbarie terrorista.