En su primera respuesta ya deja claro que hoy no comparte la idea desde la que impulsa el libro "Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones" (Plaza & Janés), un texto en clave de memoria que ayer por la tarde lo llevó a firmar ejemplares en la séptima planta de El Corte Inglés de la avenida 3 de Mayo de la capital tinerfeña. El abogado almeriense asegura que en un proyecto de este perfil "nunca te retratas del todo. Tu ego te lo impide y te maquillas", apostilla un diplomático que ha ocupado puestos de responsabilidad en distintas fases de gobiernos de UCD, PSOE y PP. Del presidente de EEUU, dice que "irá aprendiendo el alcance que tienen sus decisiones", y añade que "la democracia americana tiene bastantes frenos para sus machadas".

¿Se reafirma en el titular del libro o todo fue fruto de un calentón?

No es fruto de un calentón . Era lo que yo creía, a pies juntillas, en mis años de universidad. Acabada esta, conocí a media docena de diplomáticos y me percaté de que no tenían nada de mamones.

¿Es consciente de que con una frase como esa le estaba dando la razón (o carnaza) a muchas personas?

Solo si la leen mal. Sé que algún compañero mío me ha hecho vudú, pero no se ha detenido a pensar que la moraleja es justamente la contraria, que los diplomáticos son buena gente, eficientes y no engolados. Si yo siguiera pensando eso, sería masoquista: ¿Por qué habría seguido esta profesión?

¿Para adentrarse en un terreno tan complejo como el que toca en este libro hay que tener mucha mano izquierda, algo que en la diplomacia cotiza al alza?

Escribir memorias no es tan complicado. Lo que siempre cuesta es hacerlas amenas. En eso es lo que he empleado la mayor parte del tiempo. Las ventas (estamos en la cuarta edición) apuntan a que con un cierto éxito. Yo no estoy tan seguro... Ojalá la gente sonría y se ría.

¿Retratarse a través de la escritura no supone un acto demasiado arriesgado?

Nunca te retratas del todo. Tu ego te lo impide y te maquillas, pero algo aflora para el lector.

¿Qué porcentaje de ficción deja para que la interpreten los lectores?

No tanta. Todo lo que cuento, incluidas las anécdotas, es verdad. Muchas de las cosas las he vivido, a veces como actor secundario, en otras como personaje más relevante. Pero siempre estaba allí.

Hilvanar la ironía con tanta crudeza y verdad puede que acabe generando una imagen muy frívola del actor principal, ¿no?

En nuestro país, si bromeas, si teniendo una cierta posición muestras desenfado o sentido del humor, corres el riesgo de que te tachen de frívolo. Es el momento que aprovechan los envidiosos para descalificarte. Pero ni son tantos ni te puedes cohibir por el qué dirán de una docena de personas.

¿Un libro de memorias tiene licencia para quebrar todas las leyes literarias establecidas?

No he pensado en eso. Uno tiene una prosa mediocre, envidio la de otros, bien escribiendo tus memorias, bien hablando de Obama o de Ronaldo. Pero me encanta cuando alguien me para por la calle y me dice: "Anoche me estuve riendo con su libro... se lo voy a regalar a mi cuñada, o a mi jefe...". Eso es una gozada.

¿Se siente un personaje para una memoria?

No especialmente; las memorias son para gente verdaderamente importante que además no quiere que nadie escriba su biografía de forma desairada y se adelanta dando su versión personal edulcorada. Lo que ocurre es que la editorial se empeñó tercamente -yo no soy importante- y sucumbí. Bien es verdad, que el libro trata de mi peripecia vital, pero hay muchas más cosas, la evolución de España y sus costumbres (como se vivía aquí, en una provincia, en los cuarenta y los cincuenta, algo de lo que los jovenes no tienen pajolera idea), el mundo internacional, qué cuerno hacen los diplomáticos, aparte de ir a cócteles (que yo detesto)... También trato de desmontar algunos clichés, el de que tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de la historia y algún otro...

¿La diplomacia de hoy está atravesando una crisis?

La diplomacia, quizás no. Los diplomáticos, sí. El desarrollo de las comunicaciones, el teléfono móvil, el internet, el avión... nos han quitado peso e iniciativa. Los políticos se comunican más directamente con sus pares, pero aún somos necesarios.

¿Qué nos puede esperar -y hablo en general de la humanidad- con un señor como Trump al frente de un mecanismo tan poderoso como lo es Estados Unidos?

Algún susto, es bocazas, impulsivo e inquietante. Pero no exageremos. Irá aprendiendo y dándose cuenta del alcance de sus decisiones y la democracia americana tiene bastantes frenos para las machadas, no sé si para todas. Ahora bien, aquí nos rasgamos un poco de más las vestiduras. Crece la indignación en España porque va a hacer un muro con México. Es risible. Tiene todo el derecho de hacerlo, no viola ningún precepto internacional y ningún derecho humano. Y además, ¿no tenemos nosotros otro en Ceuta y Melilla? ¿De qué nos indignamos? Aquí se nos colaria un tercio de África si no hubiera fronteras en el Sur, en pocos días llegarían centenares de miles, millones a Andalucía y las Canarias, y a Trump le llegarían millones de Iberoamérica. No seamos hipócritas. La situación es idéntica.

La diplomacia del poder

Inocencio Arias acumula múltiples aventuras con perfil político durante los gobiernos de UCD, PSOE y PP. En su hoja de servicios figura el puesto de secretario de Estado de Cooperación, subsecretario de Asuntos Exteriores, embajador de España en Naciones Unidas y portavoz del Ministerio de Exteriores con centristas, socialistas y populares.

Madridista confeso...

Su atracción por el Real Madrid CF no es ningún secreto. De hecho, fue director general del club de Concha Espina entre los años 1993 y 1995, un ciclo que reflejó en un libro titulado "Los tres mitos del Real Madrid", en el que, además de analizar su estancia en el conjunto merengue, escribió sobre Di Stáfano, Butragueño y Raúl.

...Y diplomático jubilado

Argelia, Bolivia y Portugal fueron algunos de los destinos que cubrió antes de agotar su actividad laboral. En la actualidad colabora en el espacio radiofónico "Herrera en COPE".