Un ejemplo de que la Semana Santa andaluza es una fiesta sin fronteras es que la hermandad de la Vera Cruz de Arahal cuenta desde hace seis años en sus trabajaderas con Vu Thanh Liem, un vietnamita que recorre miles de kilómetros desde su casa en Suiza para ponerse bajo el paso.

Vu Thanh Liem es un doctor en ciencias farmacéuticas nacido en 1968 en Saigón, la actual Ho Chi Minh, que se enamoró de esta cofradía y cada Miércoles Santo saca en procesión el paso del Cristo del Amor, de la Hermandad de la Vera Cruz de la localidad sevillana de Arahal.

Lo explica desde su casa en Suiza, mientras ultima los preparativos para su viaje anual a la Semana Santa andaluza, y mientras rememora como tuvo que dejar su tierra con solo 10 años, huyendo de la dura posguerra: "en una patera que nos tuvo tres días a la deriva en el océano, hasta que nos encontramos con un petrolero que se dirigía a Hong Kong", a donde llegaron como puente para terminar viviendo en Suiza.

Su viaje final al país helvético le hizo tener que vivir como un refugiado, con lo que perdió su nacionalidad original y ya fue suizo "para los restos", pero los avatares del destino le permitieron conocer a una joven llamada Jacqueline, su esposa en la actualidad, cuya madre trabajó en la creación de parte del retablo de la iglesia de la Vera Cruz de Arahal.

Ese cúmulo de casualidades fue lo que hizo que Liem llegase a tener lo que en vietnamita se diría "Tình thuong cho Tuan Thánh" (Amor por la Semana Santa): "nos hicimos amigos de gente de Sevilla que nos presentaron a una persona que hacía la procesión del Silencio, y esa persona nos contó la historia, sus secretos, cómo la gente que está debajo del paso se ayuda, cómo se ve un compañerismo, una ayuda mutua en el esfuerzo, y eso me caló mucho", explica.

"Hicimos muchos amigos, con una amistad muy profunda con los hermanos y directivos de esa hermandad -la de Vera Cruz- y eso nos permitió ver la Semana Santa desde dentro, desde detrás de los muros, no solo en la calle, cuando se abren las puertas de la iglesia, sino con el paso dentro de la iglesia", y de ahí a ponerse debajo del paso para ser costalero solo medió una rápida decisión.

Eso sí, teniendo en cuenta sus circunstancias, le ha sido esencial desde 2010 la ayuda de sus compañeros de cuadrilla, porque "no puedo ensayar con ellos, solo viajo para estar en la salida, pero su apoyo, su estímulo, son indispensables para poder cumplir esta gran pasión".

Su devoción cofrade no es casualidad. Su familia en Vietnam, de un alto nivel cultural, siempre le inculcó la devoción católica, con acciones como el sostenimiento de un orfanato por su madre y de una iglesia por su padre.

Su esposa cree que "fue la gran fe de su madre la que hizo que acabase en Suiza, las ganas de salir de la guerra, y el convencimiento de que podía encontrar una vida mejor en Europa".