SI EL PSOE perdió siete puntos porcentuales en España en las elecciones municipales del pasado domingo (hasta quedarse en un 27,79%) y el PP solo ganó 2 puntos (hasta el 37,53%), ¿dónde fue a parar el resto de las pérdidas socialistas? Grosso modo, al llamado voto alternativo: la suma de los votos nulos y blancos y los obtenidos por partidos y formaciones que hoy no tienen representación en el Congreso de los Diputados.

Si el PP, con 7,9 millones de votos, creció 2 puntos, el voto alternativo logró más de 4,8 millones de papeletas y aumentó 4,7 puntos, hasta situarse en el 21,77% del voto expresado, frente al 17% que había obtenido en 2007.

Es decir, más de uno de cada cinco ciudadanos que fueron a las urnas el domingo dieron la espalda a los partidos más asentados, a los que tienen asiento en la Carrera de San Jerónimo: PSOE, PP, CiU, ERC, IU y su socio catalán ICV-EIUA, PNV, BNG, CC, UPN y Nabai y UpyD (algunos de ellos, los más a la izquierda y UPyD, se reclaman a sí mismos como voto alternativo, pero tanto BNG como ERC perdieron apoyos). Conviene precisar, asimismo, que en los cálculos del voto alternativo se incluyen los 313.000 votos de Bildu (el 1,39% del total estatal). No se presentó en 2007 y ahora ha obtenido un tercio de los más de ochocientos mil nuevos votos a partidos que no se sientan en el Congreso.

De este crecimiento del voto alternativo no siempre participaron todos los "partidos alternativos", porque algunos de los que podríamos considerar medianos (como el PAR, CHA o UPL) redujeron su respaldo. Pero los centenares de siglas pequeñas que concurrieron a la cita del pasado domingo y los nuevos y crecientes votos blancos y nulos sumaron 4,8 millones de papeletas, un millón más que en 2007.

Si hace cuatro años uno de cada seis votantes se apartaba de los partidos mayoritarios, ahora lo ha hecho uno de cada cinco. Y entre los que no respaldaron a los grandes también uno de cada cinco votó en blanco o nulo. Los que eligieron esta última opción -votar pero no hacerlo a nadie- aumentaron en más de un cuarenta por ciento.

Este análisis tiene más interés en estas elecciones, porque esta vez ha existido todo un Movimiento #15M que ha llamado a los ciudadanos a votar claramente; pero inclinándolos hacia el voto nulo o en blanco o hacia partidos que no pertenecen al "establishment", los que no están en el poder.

Y lo hizo al principio desde los medios digitales inicialmente (blogs, redes sociales y pequeñas webs), hasta que el miércoles de la semana pasada, cuatro días antes de la cita electoral, el Movimiento #15M saltó a todas las portadas, abrió los telediarios e inundó los boletines de radio. Impulsado desde el ámbito digital, copó la agenda mediática (a pesar de sus continuas quejas de invisibilidad) y aparcó la campaña electoral de los partidos a un lado, carente de interés y de novedad.

Primero, desde febrero, y bajo la etiqueta de #nolesvotes, combatía a PSOE, PP y CiU por aprobar la Ley Sinde. Y luego, después de la manifestación del #15M, se crearon nuevos llamamientos bajo etiquetas varias como #democraciarealya, #spanishrevolution, #acampadaSol y otras acampadas en ciudades, como #acampadaTenerife o #acampadaLasPalmas. El rechazo de todos ellos se concentró ya al final en PSOE y PP, o en los partidos regionales dominantes. Al final pudo restar votos a todos en alguna medida, pero de una forma muy desigual entre los contendientes.

Como las pérdidas gigantes se concentraron en el PSOE, los socialistas han sido los grandes damnificados en escaños autonómicos y municipales (junto a ERC y BNG). Porque la matemática del reparto de puestos tiene tanto que ver con el crecimiento de votos de cada partido como con las pérdidas de sus competidores.

Pocas veces un partido que gana 550.000 votos, como el PP, es capaz de rentabilizarlos tanto en mayor poder municipal y autonómico. Fueron la debacle del PSOE y el más de un millón de votos que se le marcharon hacia el "voto alternativo" motores muy importantes en la altura de la "ola PP".

Blogs y redes sociales no fueron la causa, sino el instrumento utilizado por los ciudadanos descontentos para apiñarse, primero, en internet y conseguir, luego, las simpatías del mundo "off-line" en las plazas y en el salón de estar de muchas familias. Los nuevos medios se han demostrado eficaces para un cierto empoderamiento de las actitudes de rechazo, de revuelta, de protesta, catalizada en esta ocasión en el partido dominante. Está por ver si esta nueva "ingeniería" de lo social y lo político es capaz de edificar alternativas de éxito, viables y aceptadas, como lo está logrando en el ámbito comercial.

La derivación hacia el voto alternativo en España no ha sido igual en Canarias, como se puede deducir al comparar con el anterior análisis publicado en EL DÍA el pasado miércoles (http://bit.ly/itVTbQ), si bien el método estadístico es diferente. Y será objeto de otro comentario.

@danielcerdan