La mañana ha sido de infarto en el Congreso, con sus pasillos y despachos transformados en casillas del tablero donde el PSOE juega su batalla interna más importante en una década, si bien el movimiento más estratégico de la partida se ha conocido lejos de allí, en la sede socialista de la calle Ferraz.

Todos los protagonistas estaban en Las Cortes: el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, el presidente del PSOE, Manuel Chaves, y la ministra de Defensa Carme Chacón, que ha esperado a irse a Ferraz para anunciar que renuncia a la carrera por la sucesión.

Sin olvidar al presidente de la Cámara, José Bono, que ha vuelto a abrir su despacho, el famoso "confesionario", para evacuar consultas con Rubalcaba.

Los pasos de todos han sido seguidos incansablemente por los informadores, que aunque les han preguntado una y otra vez por la crisis dentro del PSOE apenas han conseguido monosílabos y brevísimas declaraciones de algunos.

O el más absoluto silencio, como ha sido el caso de Rubalcaba y Chacón, los principales protagonistas del juego que nada han aclarado... cuando eran lo que más tenían que decir.

Todo ello con reporteros, fotógrafos y camarógrafos corriendo de un lado para otro, agolpados en el pasillo cada vez que alguien entraba o salía del Palacio, de sus despachos o del hemiciclo.

Y entre tanto, las caras de preocupación de los diputados socialistas eran visibles en las dependencias parlamentarias, sobre todo en el patio, donde se multiplicaban los corrillos, las especulaciones sobre si habrá o no congreso extraordinario y sobre si Chacón y Rubalcaba, o Bono en caso extremo, iban a presentarse.

El presidente del Congreso se ha reunido con Rubalcaba por espacio de unos veinte minutos, y mientras estaban encerrados Zapatero ha llegado al Parlamento.

Los periodistas han tratado de conseguir unas declaraciones del presidente para que aclarara si habrá primarias o congreso, pero sólo han logrado arrancarle cuatro palabras, justo cuando abría la puerta del salón de plenos: "Comité Federal el sábado".

Ha salido Rubalcaba del despacho de Bono y, tras deslizarse por los salones situados frente al pasillo del hemiciclo, se ha dirigido a la zona de Gobierno, vedada a la prensa, sin hacer comentarios.

Allí ha coincidido con Chacón, que venía de un acto oficial en el cercano Instituto Cervantes, y todos han pensado que ambos estaban reunidos.

Después la ministra ha asegurado, en su rueda de prensa en Ferraz, que no había tenido ocasión de hablar personalmente con él.

Quince minutos después, Chacón ha abandonado el recinto con semblante extremadamente serio, sin hacer declaraciones, aunque sí ha conversado con un informador, a pie de coche blindado, ya fuera de la verja que rodea el patio.

También ha saludado a la portavoz de Defensa del PP, Beatriz Rodríguez Salmones, antes de entrar en su vehículo, aparentemente rumbo al avión que la iba a llevar a Ibiza, donde la Unidad Militar de Emergencias trabaja en la extinción de un gran incendio forestal.

En el poco tiempo que ha permanecido en el Congreso, Chacón no ha asomado por el hemiciclo, donde estaba Zapatero; luego ha aclarado que le había comunicado su decisión por teléfono.

Mientras ella se alejaba del Parlamento, los demás diputados han entrado a votar, con más persecuciones y preguntas a los dirigentes socialistas, como Chaves, que ha zanjado con un "espero que sí, el secretario general siempre es el secretario general", la pregunta de si los "barones" del PSOE respetarán la "hoja de ruta" de Zapatero.

Concluida la votación, todos otra vez a la zona de Gobierno, esta vez Zapatero, Rubalcaba y Chaves.

A los pocos minutos ha salido Chaves, mudo para la prensa; después, Rubalcaba, con igual actitud; finalmente, veinte minutos después de su llegada, el presidente del Gobierno, al que le han llovido las preguntas.

Que si congreso sí o no, que si los barones van o no a respetarle: sin respuesta, aunque siempre con sonrisa.

Pero cuando iba a entrar en su coche oficial le ha caído la última: "¿Controla usted su partido?".

"Sí", ha respondido el líder socialista, y su coche ha arrancado.

Poco después, un comunicado del PSOE revelaba que la ministra de Defensa no había dejado el Congreso para viajar a Ibiza por el incendio forestal, sino a la sede de la calle de Ferraz, desde donde pretendía echar arena a otro gran fuego... en su propia casa.