NO PARECE haber tregua para los populares. Cuanto mejor les va en las encuestas más les crecen los corruptos. Es una extraña ecuación que, si no fuera porque España es un Estado de Derecho, cabría atribuir a alguna "mano negra" empeñada en establecer relaciones causa efecto que trascienden las simples leyes del azar. No parece casual tanta mala suerte, ¡caray! Del último episodio de Alicante (al parecer la típica contrata de basuras con su derivada de cohechos políticos que ya aclararán los tribunales) llama poderosamente la atención el operativo policial de las detenciones, como esas que vemos por la tele de noche de los comandos de ETA. ¿De verdad hay para tanto, o tiene razón el portavoz del PP al denunciar que se ha exagerado políticamente la nota para causar daño y desgaste político al adversario con la policía a las órdenes del Gobierno y sus fiscales?

Si el presidente popular valenciano Camps, atrapado él también en la telaraña del caso Gürtel , no es capaz de trascender la obsesión cuasi enfermiza que algunos de sus propios compañeros dicen que le está causando el asunto de "los trajes" y ponerse a gobernar su autonomía y su partido: si no le pone coto al tufo a podrido que desprenden cada vez más instituciones gobernadas por los populares en la comunidad valenciana, que se vaya a su casa; o que Rajoy le monte una gestora. Son "presuntos", desde luego, los políticos del PP implicados en la "operación Brugal", y hasta que se les juzgue y condene les ampara la presunción de inocencia; como a los de "Gürtel". Pero la política no es un juzgado, ni las responsabilidades exigibles de entrada a los políticos implicados en asuntos de corrupción pueden ser solo las del Código Penal, sino también -y antes- las del Código de Buenas Prácticas de su propio partido

Igual que les decía antes que para nada me parece casual el extraño maridaje entre los buenos pronósticos electorales y las malas noticias de corrupción para el PP, les digo ahora que me resulta de todo punto mosqueante lo mucho que menudea en el "territorio Camps" la corrupción presunta o probada y tanto en provecho propio como con alguna cañería hacia las arcas de la financiación irregular. El PP de la Comunidad Valenciana es, hay que recordarlo, un partido que más que mayoritario cabe de calificar de hegemónico desde el punto de vista político. No merecen los votantes valencianos del PP este espectáculo de enredos turbulentos tan abundantes que es casi inevitable preguntarse qué tiempo les queda para gobernar a Camps y a su gobierno.