Las 20.000 personas de primeras horas de la tarde se convirtieron en 50.000 a las 18:00, mientras que a las 20:00 eran 105.000 y a las 22:00, 125.000 (cerca de las 130.000 registradas el pasado año) los que se daban cita en la Noche en Blanco lagunera, según los datos del Cecopal. Cifras y balances numéricos al margen, de lo que no cabe duda es de que las calles estaban llenas, y familias y grupos de amigos paseaban por una ciudad en la que, al final, la noche acompañó desde el punto de vista meteorológico.

"Creemos que el producto sigue siendo bueno, es un producto ganador, y podemos pensar a futuro en duplicarlo y hacer algo más allá y actualizarlo", expresó en declaraciones a los medios Alejandro Conrado, presidente de Asecu y coordinador de la Mesa de Comercio. Por su parte, el alcalde, José Alberto Díaz, señaló que este acto está en un "momento top" y que lo principal, más allá de la asistencia, es que el público salga satisfecho.

Sus palabras daban inicio a la versión nocturna, con estampas peculiares, como la humareda de las castañas asadas que se entremezclaba con el alumbrado navideño para crear a una imagen con cierto encanto, o bien el paquete de regalo luminoso de la plaza de La Concepción y el árbol de Navidad -también a gran escala- de la Catedral convertidos en carne de "selfies".

Ni un Pelo de Tonto tocaba en el parquin de lo que un día fue la zona de bazares del viejo mercado, y había más música en la Catedral, la plaza de la Junta Suprema o La Concepción. Por supuesto que también en la plaza del Cristo, que albergó la "Cube Party", en la que estaba previsto que actuasen numerosos artistas, entre los que destacaban DJ Jonay y Ventor de la Guardia, así como el conocido grupo cómico Abubukaka. Otros platos fuertes se esperaban en la plaza de Santo Domingo, con Bohemia Lanzarote, Achamán y La Trova.

La música y el ambiente se mantuvieron hasta la madrugada y, además, y como suele ocurrir desde las primeras ediciones, los bares y restaurantes se volvieron a llenar. Porque completar el paseo tomando algo suele ser indispensable para pasarlo bien.