Para los miembros de los coros de las parroquias, ver cara a cara a los componentes de Brotes de Olivo es similar a la sensación que despierta ver a otros "ídolos" que protagonizan conciertos multitudinarios. Toda la vida cantando en las iglesias sus canciones y, de pronto, tener la oportunidad de escuchar en directo la versión original. Esa fue la sensación que vivieron ayer muchas de las personas que por la mañana y por la tarde se deleitaron en la oración cantada de este grupo en la Catedral. A primera hora, incluso, con los alumnos del colegio de las Madres Dominicas, de Geneto. Y, cuando acabaron, los hermanos Morales que integran Brotes de Olivo aceptaron la invitación de visitar el monasterio de San Juan Bautista, de las hermanas de las Claras de Asís.

Chito, uno de los miembros del grupo, recordó que Brotes de Olivo ya visitó Tenerife precisamente la primera vez en la que la Virgen de Candelaria visitó "en los tiempos modernos" la capital tinerfeña, en 1994. 24 años después vuelven a la Isla y destacan por su proximidad, que dejan en el olvido la popularidad de quien ha grabado 27 discos y tiene a sus espaldas más de medio millar de temas que se cantan en todas las iglesias católicas del mundo.

El grupo secundó la invitación del delegado episcopal de la visita de la Virgen de Candelaria, Jesús Agüín, de visitar el museo del monasterio de San Juan Bautista, que tenía "premio". Con sus guitarras en ristre, no se resistieron a entonar algunos temas. Ellos iban dispuestos a dar un concierto a las religiosas, pero el padre Agüín acotó el entusiasmo, dado lo excepcional del momento: la entrada en un convento de vida contemplativa. En la iglesia del monasterio, entonaron dos canciones, y como es propio en los grandes conciertos, interpretaron a modo de bis un tema de acción de gracias. Nada más acercarse el grupo a la zona de clausura para acceder a la capilla, la hermana Carmen reconoció a Juan, uno de los hermanos Morales, y hasta le tarareó una y otra vez la letra de "Yo soy el Buen Pastor", tema de Brotes de Olivo que ella aprendió hace cuarenta años. Pero por su cara de entusiasmo y la alegría con la que lo entonaba, parece que la canción ocupa en la actualidad el número 1 de los "40 Principales". Después de las canciones en la capilla, la hermana Carmen, emocionada, recordaba su experiencia vocacional; ella y dos hermanas más entraron en la orden de Santa Clara de Asís.

La madre abadesa Pilar agradeció la visita del grupo, cuyos componentes elogiaron una y otra vez la acogida, el entorno del lugar... Jesús Agüín elogió la labor que realizan las religiosas que, con su oración, son el motor de la Diócesis. El sacerdote, con satisfacción, recordó que la actual superiora del monasterio fue catequista en su parroquia en Llano del Moro. Otra de las sorpresas de la visita al monasterio de San Juan Bautista, la presencia de Macu, una joven profesora que tocaba el órgano en el colegio Hogar Escuela de las salesianas, en la calle de La Rosa, en la época de sor Virginia, y que luego perteneció al grupo de jóvenes de la parroquia del Pilar. Tras concluir sus estudios universitario, optó por la vida contemplativa. Hoy, a sus 43 años, es la hermana María Jesús.

Fue una visita entrañable, valoró Chito, quien recordó el origen del grupo, cuando su padre iba a cantar con una de sus hermanas a una parroquia. Fueron los primeros pasos de Brotes de Olivo, que vive cantando. "Dios habla y se mete en el corazón", explica, que pone en valor la música, "que lo cura todo, es una palabra viva; con música cualquier cosa entra", sentencia.

Chito admite que durante 47 años han combinado la canción religiosa con sus ocupaciones familiares -en su caso tiene un hijo de 19 años, que quería ser inmunólogo y finalmente se ha decantado por Bellas Artes, y una hija de 15-. La familia Morales no ha vivido ajena a la crisis que ha azotado a la sociedad, por lo que el grupo ahora se plantea dedicarse al completo a la canción. Este mediodía, en la Catedral, participarán en un concierto, una oportunidad única.