El Descendimiento del Cristo de La Laguna, la ceremonia que da inicio a los días grandes de las fiestas en su honor, estuvo marcado ayer por la presentación de los trabajos de restauración del altar-tabernáculo del Santuario. La retirada de una cortina de damasco utilizada a modo de telón dejó a la vista el reluciente resultado del conjunto, fechado entre los siglos XVII y XVIII y que ha permanecido casi un año en un taller habilitado en la Sala de Juntas de la Esclavitud.

Se trata de una intervención financiada al 80% por el Cabildo de Tenerife (en términos absolutos, más de 255.000 euros, según informó este domingo la institución insular en una nota), mientras que el 20% restante lo ha aportado la Esclavitud del Cristo. Su máximo responsable, Francisco Doblas González de Aledo, explicó que este colectivo había iniciado una cuestación popular desde 1994 -mediante la venta de unas láminas al precio de 5.000 pesetas- para lograr un objetivo que calificó de "viejo anhelo". "Al final se ha conseguido", celebró.

La intervención de Doblas dio paso al primer descendimiento de la jornada: el del telón. Tomó entonces la palabra la restauradora-directora del proyecto, Paz Navarro, del Instituto de Patrimonio Cultural de España. Navarro detalló que para la intervención fue necesario un "equipo interdisciplinar" de unas doce personas, y se refirió a los numerosos daños iniciales de la pieza. "Estaban a punto de caerse algunas partes", reconoció la profesional, que añadió que la solidez de la que ahora dispone es precisamente la más importante de las mejoras que se han llevado a cabo.

Pero no solo fue cosa de consolidar. Se tuvieron que realizar estudios iniciales, se desmontó la obra, se repuso la plata que faltaba, hubo retoques pictóricos... y hasta se creo una nueva base de acero inoxidable. "Felicito a doña Paz Navarro y su equipo", afirmó el alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, presente en el acto al igual que el presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, y el del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo. Además, el regidor local consideró que la restauración era "obligada". "Un pueblo es su memoria, sus creencias y sentimientos", apuntó.

Por su parte, Alonso puso de relieve la intervención, e indicó que ya está planificada la siguiente fase de reformas del entorno del Santuario y que se trabaja para la apertura a la ciudadanía del cuartel del Cristo. "Hoy es un día importante para La Laguna, Tenerife y Canarias", expresó Clavijo, que agregó que, ante la importancia de las obras de arte, en este caso no se trataba de "un expediente administrativo más".

Las palabras del obispo cerraron una cita a la que siguió, a partir de las 12:00 horas, la misa que concluye con el Descendimiento. Esta también se caracteriza porque toman posesión de su medalla los nuevos esclavos. En esta edición fueron ocho: Raico Roberto Báez, Luis Miguel de Lorenzo Cáceres, Francisco Román Luis, Javier Negrín, Jorge Negrín, Juan José Peña, David Rosales y Benito Santana. Se unen a ellos tres menores (Francisco José Doblas, Jorge de la Torre y Sebastián Medina) que asumieron la condición de aspirantes, así como dos aspirantes que pasaron a esclavos de pleno derecho: Francisco Túbal y Juan José Leston.

Terminada la eucaristía llegó el momento más esperado. El Cristo fue descendido de su altar con las luces apagadas y en un silencio solo roto por la respiración entrecortada de una devota que no podía reprimir las lágrimas. Y es que el fervor de muchos laguneros siempre está presentes en esta ceremonia, antesala del besapié.