La galería del Llano de los Viejos, en el parque recreativo del mismo nombre, abastecerá desde finales de este año o principios de 2019 a más zonas de Anaga. Así lo anunció ayer la concejala de Aguas del Ayuntamiento de La Laguna, Mónica Martín, que explicó que este naciente brinda actualmente recursos hídricos a unas 2.000 personas en Las Mercedes y Jardina, y que la ampliación permitirá llegar a pueblos y caseríos como Chinamada, El Batán, El Río o Bejía, entre otros.

Durante una visita a los trabajos dirigida a medios de comunicación, desde Teidagua precisaron que las actuaciones se dividen en dos fases. La primera consiste en el fuerzo de los últimos 22 metros de la galería ante los desprendimientos que se han producido, para lo que se utilizan perfiles y chapas metálicas, con un coste de unos 55.000 euros.

El conducto mide alrededor de 800 metros y desemboca en un barranco. Será de esa zona desde donde partirá una tubería de polietileno de 110 milímetros de diámetro y que se prolongará en alrededor de 1.500 metros, hasta el depósito de Las Hiedras. Esta segunda actuación tendrá un coste de 30.000 euros. "Es una obra de canalización de cierta complejidad, porque es en ladera y nos llevará alrededor de dos meses", apuntó Martín, acompañada por el jefe de Distribución de Teidagua, Marcos Galván.

"Esta es un agua de la mejor calidad que hay en la Isla, y me atrevería a decir que en Canarias, porque tiene una baja mineralización", destacó la también primera teniente de alcalde lagunera, que añadió que los trabajos forman parte del plan de inversiones de Teidagua para este año, que está dotado con aproximadamente 1,8 millones de euros.

En las entrañas de un naciente con historia

Una entrada baja y unas antiguas tuberías de grandes dimensiones dan la bienvenida. A partir de ahí comienza el recorrido hasta la salida, un barranco. La galería del Llano de los Viejos comprende unos 800 metros de fango y pequeños charcos, en cuyos laterales se encuentran nacientes y los denominados "tanques", que son una suerte de pequeños diques para contener y poder recoger el agua.

La construcción es una vía recta, lo suficientemente alta como para caminar sin que el casco apenas golpee con el techo, y con una cubierta abovedada y compuesta fundamentalmente de material basáltico. Sus orígenes, según se estima, se sitúan a principios del siglo pasado, y a cada metro que se avanza permite ir imaginando la fuerza bruta que requirió. Es decir, las entrañas del naciente tienen también lo suyo de viaje a través del tiempo y del esfuerzo, así como por los avances de la ingeniería. Esto último se muestra de forma diáfana en el contraste entre un tramo inicial -en el que se utilizó piedra para contener los desmoronamientos- y los últimos metros antes de la desembocadura, con las chapas del nuevo sistema que se está instalando y al frente del que se encuentra el ingeniero de minas Eduardo de Miguel.