De haberse sometido ayer al chequeo de algún cardiólogo, Tejina seguro que habría superado la prueba sin contratiempos. Como cada último fin de semana de agosto, el pueblo se reencontró este domingo con los Corazones, una cita que se remonta más de un siglo atrás y que tiene la condición de Bien de Interés Cultural (BIC). Y lo hizo como siempre: con intensidad y tratando de mantener la tradición en sus más puras esencias. Recurriendo de nuevo al símil cardiológico, no hubo palpitaciones fuera de lo normal, ni obstrucciones, ni tampoco, como cantaba Melendi, ninguna "vena averiada". Los corazones bombearon con la misma potencia y pasión festiva de cada año y con unas presiones arteriales (sistólica y diastólica) óptimas.

Ya desde El Pico se notaba que todo iba bien. Y es que no es necesario ser médico (ni tejinero) para percibir eso, sino solo observar la cantidad de gente que se agrupaba por fuera de la sede, el cuidado con el que realizaban los últimos preparativos en el ramo de flores que remata la composición y el ambiente en el momento en que sonaron unos voladores que determinaban que tocaba salir. Una máquina de escribir, una fiera -quizá un gorila- que enseña los dientes, unos trompos, un payaso, un molinillo de café... son algunos de los motivos que en esta edición dan forma a las tortas de este núcleo. Elaboradas con harina y agua durante casi toda la semana pasada, son parte fundamental de la "obra" final.

Para llegar a la plaza tiene lugar una suerte de procesión con los corazones a cuestas, y en la que los de El Pico son los que han de recorrer una mayor distancia. Cánticos como "¡Bota, Pico, bota, Pico, eh, eh!" o "¡El Pico, El Pico, El Pico es cojonudo, como El Pico no hay ninguno!" amenizaron un trayecto en el que en esta ocasión, por primera vez, vistieron de verde (hasta ahora sus camisetas eran blancas).

Como es habitual, el acto tomó velocidad una vez que El Pico alcanzó la parte más céntrica del pueblo. Salieron entonces los de la calle Arriba (el corazón de piñas, con camisetas naranjas y, probablemente, los más numerosos) y, poco después, la calle Abajo (los limones, los amarillos) llegaba a las proximidades de una plaza que se iba llenando cada vez más. Y se produjo el momento cumbre. Con San Bartolomé ya en la puerta de la iglesia, los corazones fueron alzados ante la imagen y se leyó una oración que se repite cada año y que es música para el oído tejinero: "(...) Que hoy, como antaño, como ayer y por siempre, sean estos corazones la firme espadaña de alegres campanas que convoquen a la oración y al esparcimiento en tu honor. Oración que suba hasta el cielo en súplica para que a estos, tus hijos de Tejina, jamás les falte el trabajo, la alegría y el amor. ¡Viva los tres corazones! ¡Viva San Bartolomé!".

Solo quedaba el izado, siempre acompañado de cierta tensión y que sí que dispara la frecuencia cardíaca de los vecinos de cada zona y, de una forma especial, de los miembros de las comisiones. Y aunque puedan darse situaciones como que la operación se resista un poco más de lo normal (como le ocurrió ayer a la Calle Abajo), al final todo acaba saliendo bien. El Descuelgue (hoy, 18:30 horas) será la próxima parada.