El último pleno del Ayuntamiento de La Laguna dejó un acuerdo para honrar la memoria de los laguneros que estuvieron en campos de concentración nazi. Se aprobó por unanimidad, pero en medio hubo intervenciones. En una de ellas, el líder de Unid@s se Puede, Rubens Ascanio, trajo a la memoria el pasado guerracivilista local y nombró un centro de reclusión en Rancho Grande.

Se refería el edil a un espacio completamente desconocido hasta hace no muchos años incluso para los más doctos en la materia. "Sí sabíamos de la existencia de otros lugares de internamiento de presos, pero no del salón de Rancho Grande". La frase es de Luana Studer Villazán, uno de los especialistas en represión en la Guerra Civil en Canarias que trabajó en la excavación en el cementerio de San Juan, coautor de la "Auto guía de la Memoria Histórica en La Laguna" y también de la obra "En Rebeldía: once desaparecidos de La Laguna durante la Guerra Civil en Tenerife".

Aquel trabajo en el camposanto fue el que llevó Studer y a sus compañeros a dar con este punto de reclusión -del que hoy queda una nave que se cree que incorpora actuaciones posteriores-, que estuvo ubicado en la confluencia de los actuales camino San Francisco de Paula y avenida del astrofísico Francisco Sánchez. "Nosotros tuvimos noticia de ese centro a raíz de un familiar de uno de los represaliados que estábamos buscando, que nos habló de que en 1936 había un salón rodeado por algunas casas de campesinos", señala el historiador sobre un testimonio a través del que supieron de la localización y, al tiempo, una vivencia que apenas había tenido eco más allá del entorno familiar y que enganchaba con su investigación. A su vez, la fuente de origen era una vecina de Rancho Grande.

"Una de las noches aparecieron una serie de camiones, esa señora se asomó por la ventana y vio cómo sacaban a uno de los prisioneros, y delante del salón fusilaron a siete u ocho personas, de las que reconoció a una", relata el experto, que añade que, según les contaron, después la testigo se puso en contacto con los allegados del fallecido. "Hasta ahí puede ser un caso más de una persona que asegura haber visto algo", relativiza Luana Studer. "¿Qué es lo que ocurre? Que en los años 60 se hizo una ampliación de la pista sur del aeropuerto de Los Rodeos y en estos trabajos encontraron una fosa con los restos de siete personas. Parte de los familiares se desplazó hasta el lugar y uno de ellos apreció que uno de los cuerpos parecía tener objetos que se podrían corresponder con los de su pariente: un reloj y unos espolones de gallo, dado que se dedicaba a ese tipo de peleas", prosigue. "No sabemos si fue porque lo identificaron con la Guerra Civil o con otra cuestión, pero el Ejército se hizo cargo rápidamente de la fosa y lo único que sabemos por las familias es que los restos de esas personas fueron trasladados al cementerio de San Juan", completa.

Uniendo unas y otras piezas, acabaron por construir una hipótesis. "Las siete personas que encontraron en el aeropuerto pueden ser algunas de las que nosotros buscábamos en las excavaciones de San Juan", apunta. "Porque en total eran once, pero nosotros creemos que todas no fueron ejecutadas juntas, sino que cuatro fueron sacadas de los penales de Fyffes y llevadas a la zona de San Andrés para ser arrojadas al mar, mientras que otras cabe la posibilidad de que sean las que ejecutaron en Rancho Grande y cuyos restos habrían sido depositados en una zona de campo que ahora es el aeropuerto", detalla.

Con independencia de que haya sido así o no, el salón de Rancho Grande no solo se suma ya a los otros lugares de internamiento laguneros y tinerfeños -de los que el santacrucero Fyffes fue uno de los más representativos-, sino que también cuenta con un papel protagonista en una de las búsquedas de represaliados más populares de las Islas.

Un centro de reclusión que no fue el único

El centro de internamiento de Rancho Grande no fue el único de La Laguna. Con el estallido de la Guerra Civil hubo otros cuantos más: la antigua cárcel municipal, las oficinas de Falange en la trasera del Cabrea Pinto, el campo de concentración de Los Rodeos -el único de Tenerife-, otro en San Roque o el cuartel de artillería de la plaza del Cristo. Según explica Luana Studer, el fenómeno se repitió en distintos lugares de la geografía canaria: eran tantas las detenciones que se creaban nuevos espacios. En Santa Cruz, tras la cárcel de la calle San Miguel se habilitaron los barcos-prisión, Fyffes, el castillo de Paso Alto...