Hartos de que su descanso se vea violentado. Así se sienten algunos de los vecinos de la calle Maximiliano García Kolbe ante la actividad ruidosa que se genera en una conocida cafetería que se encuentra en los bajos del edificio Idaira, la Picasso, de la que dicen se mantiene hasta altas horas de la noche. Una acusación que contrasta, sin embargo, con la versión del propietario del negocio, quien destaca sin esconderse que su actividad es del todo legal y permitida por la regulación propia que rige en el municipio.

En este sentido, vecinos del Idaira y del edificio Ariel, que se encuentra justamente enfrente, denuncian que vivir en sus casas se ha convertido en un auténtico infierno en el que el descanso solo llega por la mañana, justamente cuando sus ocupantes salen de sus casas para el trabajo, dicen.

Dos residentes en el inmueble señalan que la cafetería está abierta hasta altas horas de la noche, sobre todo los fines de semana. Esos días, "los partidos deportivos que ponen por la tele o la terraza que tiene" se convierten en objeto de deseo de unos clientes que incluso la ocupan para cantar en plan parranda, como señalan los afectados mediante vídeos y fotos.

Los cánticos, los gritos, las risas e, incluso, alguna que otra airada discusión han provocado el desespero de los residentes que ven cómo su derecho al descanso "no puede con la actividad del bar".

Otro de los problemas, apuntan, es la ocupación de la vía pública con sillas y mesas "porque no se puede pasar un carrito entre ellas". Cansados de las denuncias realizadas reclaman al Ayuntamiento de La Laguna que actúe contra los problemas que a diario viven y que los sábados y domingos se extreman hasta las 24:00 horas.

Una de las afectadas del edificio Ariel, en cambio, señala que "mi familia no puede conciliar el sueño. Mis padres son mayores y tienen que esperar a que cierre el bar para irse a la cama... En su propia casa, es una vergüenza", dijo.

Reconocen tener miedo ante lo que viven, precisamente porque "hay vecinos y conocidos que participan de todo ello", por lo que al final una fácil resolución se complica en aras de mantener el orden y las buenas relaciones en el barrio, añadió.

En cambio, esa visión no la tiene, ni mucho menos, el responsable de la cafetería Picasso, Braulio García, quien mostró una actitud del todo conciliadora sobre las denuncias hechas públicas por EL DÍA. En este sentido, señala que "no puedo hacer nada si no me lo comentan".

"Sí es cierto que he hablado con el presidente de la comunidad de vecinos del edificio y dice que solo una persona se ha quejado. En la cafetería se hace una actividad completamente normal para la que tenemos todos los permisos en regla, incluidos fines de semana. Es una actividad normal la que generamos y de la que vivimos cuatro familias", apuntó con mucha tranquilidad.

Para concluir Braulio señaló que el negocio está bastante controlado, "ya que hemos tenido 5 inspecciones. Tanto la terraza como el interior cumplen con todo y lo único que me interesa es trabajar, nada más. Dentro del local se habla, se canta... Si se genera un problema se afronta, pero tengo que tener interlocutor porque yo no estoy aquí para fastidiar a nadie y, por supuesto, tampoco para que me fastidien".

Este periódico ha intentando en los últimos tres meses recabar información del ayuntamiento sobre la actividad que se desarrolla en el citado negocio de la calle Maximiliano García Kolbe sin obtener una respuesta al respecto.