Los vecinos de la calle El Pico son los que inician primero la labor de trasladar su corazón a la plaza de Tejina para rendir ofrenda al patrón San Bartolomé. Casi 800 kilos de peso portados por 25 cargadores. La comitiva la abre un pequeño carro con un barril de 25 litros de vino y una leyenda que pone "Primeros auxilios-Calle El Pico". Acompañados por su parranda y luciendo camiseta de color blanco, realmente son los segundos en entrar a la plaza.

El primer corazón que accede a ella es el que más cerca tiene su ubicación: la calle de Abajo. Su símbolo son los limones y de ahí el color de su camiseta, amarillo. Sus incondicionales entonan cantos, acompañados por una parranda y respetan la entrada en la plaza de los otros corazones hasta que analizan la obra del contrario. Buscan fallos para poder mofarse.

Cuando el Corazón de la calle de Arriba entra en la plaza se hace un silencio que dura muy pocos segundos. Se rompe casi de inmediato, mientras los porteadores disponen su pesada carga frente a la fachada principal de la iglesia. Clero y autoridades civiles acompañan allí a la imagen de san Bartolomé. Es un momento mágico, hay que levantar el pesado armazón, todos a una, y los corazones sobresalen por encima de la multitud. Vítores y aplausos se mezclan para unificar el esfuerzo, el trabajo y la imaginación de nobles artesanos del arte efímero. Son tres corazones en un solo palpitar.

El agradecimiento al santo patrón es lo que importa. Atrás quedan meses de intriga, silencio y secretos. Cada vecino, cada visitante sacará sus propias conclusiones pues durante unos días los corazones estarán expuestos en la plaza. Aún quedan otros números de la fiesta, pero es este el más multitudinario del amplio programa que una comisión de vecinos organiza cada año.

La imagen de San Bartolomé lleva en su mano un puñal, iconografía de su martirio, ya que fue desollado. A comienzos de los años noventa del pasado siglo una familia tejinera donó un puñal de plata que se expone a los pies de la imagen y es besado por los fieles y devotos de todas las edades.

Tejina fue ayer un ir y venir de gente, vecinos y visitantes que acudieron puntuales a la cita. Desde el campanario, Víctor, el sacristán, hizo sonar las campanas para recordar que se aproximaba la hora de la ofrenda y de la posterior celebración litúrgica. Más tarde, la imagen del santo recorrió en solemne procesión las principales calles.

Los Corazones de Tejina recibieron el Premio Especial Canarias a la Restauración y Conservación del Patrimonio Intangible del CICOP en 2004 y forman un Bien de Interés Cultural (BIC) pero, sobre todo, suponen un ejemplo de agradecimiento popular al patrón. La fusión de fiesta y entusiasmo religioso sirve de referencia diferenciadora a este pueblo del nordeste de Tenerife. Quien quiera conocerlo debe visitarlo la última semana de agosto.