GRACIAS a emprendedores y caballeros notables de la vida comercial y social de Santa Cruz, nuestra ciudad pudo disfrutar de todos los adelantos y comodidades que el sector del fotingo ofrecía en Europa a los usuarios de los mismos.

El embrión de este emporio comercial del que hoy vamos a narrar en EL DÍA parte de su vasta historia, en particular, allá por el inicio del siglo XX, de la mano del patriarca de la familia Vandewalle, el ilustrísimo señor Antonio Vandewalle Pinto (1866-1938), notable personaje de la vida política y social de nuestra ciudad, ya que incluso llegó a ostentar el cargo de alcalde de Santa Cruz. Su establecimiento de la calle del Castillo nº 87, frente a la casa Elder, pronto se convirtió en todo un símbolo del comercio local. Al principio sus actividades se centraban en muebles de todas clases, arreos para caballos, caja de caudales, espejos, pianos, camas de hierro, colchones y depósito de persianas con patente. Para poder ver el ilustre apellido de Vandewalle ligado al automovilismo debemos esperar a que sus hijos Luis y Manuel tomen las riendas del ya veterano local de la calle del Castillo e inicien una espectacular labor con todo tipo de coches, camiones, bicicletas y motos; pero esa es otra historia que merece un monográfico en otro momento, centrándonos en esta semana en los famosos Garajes Vandewalle, sitos en la calle Santa Rosalía, nº 63.

Las primeras noticias sobre la intención de construir unos grandes garajes individualizados las tenemos en el año 1926, idea importada de Francia, donde residía el señor Luis Vandewalle Fernández del Castillo y quien a través de su representado, su hermano Manuel Vandewalle Hardisson, le encomienda dicha misión. La envergadura del proyecto y el éxito que posteriormente adquieren estos garajes hacen que se lleven a cabo dos ampliaciones más. El día 6 de noviembre de 1926 es autorizado por el Ayuntamiento, previo pago de 61,45 pesetas en concepto de tasas municipales, a emprender la obra que ocupará una superficie total de 294,51 metros cuadrados. Inexplicablemente, el Sr. Vandewalle Hardisson paraliza el proyecto el día 6 de diciembre, pero el sueño de construirlos continúa adelante.

Finalmente, en 1927 ya se puede decir que los Garajes Vandewalle comienzan a ver la luz con un modificado y nuevo proyecto, incluyendo talleres y una casa, obras todas ellas autorizadas por el arquitecto Antonio Pintor.

En 1932 y bajo la dirección del arquitecto Pelayo López Martín Marrero se lleva a efecto la segunda de las ampliaciones, las cuales sin lugar a dudas fueron las más importantes al añadírseles dieciocho nuevas plazas de garaje; en este caso las obras habían sido ideadas por el señor Luis Vandewalle. En 1934 el Sr. Vandewalle solicita permiso al ayuntamiento para construir una casa para el guardián, así como la edificación de dos nuevas plazas para coches.

La utilidad y la eficacia de los Garajes Vandewalle eran tan notables desde sus inicios que empresas ajenas a la casa Vandewalle solicitaban instalarse en los mismos y a este caso corresponde la solicitud hecha por la Cia. Sociedad Petrolífera Española a través de su agente Adolfo Bencomo y Fernández del Castillo, para instalar un moderno surtidor el día 21 de enero de 1929, como así fue y el cual se encontraba en el centro del patio central.

Hoy, de toda aquella proeza empresarial solo nos queda su recuerdo, ya que en la actualidad sobre sus solares se ha construido un espléndido y moderno edificio.

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