Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), alianza armada liderada por kurdos, reanudaron en las últimas horas su asalto sobre el último reducto del grupo terrorista Estado Islámico (EI) en el este de Siria, apoyadas por los aviones de la coalición internacional capitaneada por Estados Unidos.

Un portavoz de las FSD, Kino Gabriel, dijo hoy que los radicales intentaron atacar a las milicias kurdas y árabes "para romper el cerco" que estas mantienen en torno a la localidad de Al Baguz desde hace semanas.

Sin embargo, "las FSD pudieron repeler los ataques", con la ayuda de la coalición internacional, que bombardeó a los yihadistas causando bajas en sus filas.

El portavoz indicó que sus hombres "realizaron nuevos ataques desde dos frentes para tomar el control de nuevas posiciones" y en los choques con el EI "murieron alrededor de 20 terroristas", aunque no pudo ofrecer una cifra total de fallecidos en los ataques de las FSD y en los bombardeos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.

También destacó que las FSD aseguraron sus posiciones alrededor del campamento donde se encuentran atrincherados los radicales en el sureste de Al Baguz, en el interior del que se cree que hay aún civiles, en concreto familiares de los combatientes.

"No podemos ofrecer información precisa sobre cuántos civiles permanecen aún dentro" de Al Baguz, señaló Gabriel, que no descartó que hoy salgan más personas del enclave, ubicado a orillas del río Éufrates y próximo a la frontera iraquí.

En el día de ayer, al menos 1.500 personas abandonaron Al Baguz, entre combatientes y sus familiares, y se entregaron a las FSD a las afueras de la localidad, de la que han salido miles de personas desde principios de mes.

Precisamente, las milicias suspendieron ayer los combates para permitir la salida de los que se rindieron, después de cuatro días de intensos ataques terrestres y aéreos sobre Al Baguz.

Esta es la última localidad habitada controlada aún por el EI, después de haber perdido todos sus dominios en Siria y en Irak, donde proclamó un califato en junio de 2014 en el apogeo de su poder en la región.