La superficie dedicada al cultivo del canabisen Marruecos está estabilizada desde hace diez años en cifras entre las 47.000 y las 50.000 hectáreas, según se puso hoy de relieve en una sesión de la Comisión Nacional de Estupefacientes.

Marruecos hizo un gran esfuerzo de erradicación en la pasada década, cuando redujo las 134.000 hectáreas registradas en 2003 a las 47.000 registradas dos años más tarde, fecha en que el gobierno y un organismo de la ONU realizaron conjuntamente un estudio exhaustivo de la superficie cultivada, el último hecho público.

El pasado año, las hectáreas de canabistuvieron un rendimiento de 713 toneladas de hachís (resina del propio canabís), de los que las fuerzas de orden decomisaron un total de 117 toneladas, dijeron a Efe fuentes de seguridad presentes en la reunión.

Esas mismas fuentes pusieron de relieve las dificultades, tanto internas como externas, que Marruecos encuentra a la hora de llevar a cabo políticas de erradicación y sustitución de cultivos.

Desde el punto de vista meramente policial, recalcaron que Marruecos tiene 3.500 kilómetros de costa muy difíciles de vigilar las 24 horas del día; a esto se añade una constante demanda de hachís procedente del mercado europeo, más una corriente internacional por la despenalización de su consumo.

Marruecos aparece sistemáticamente a la cabeza mundial de productores de hachís en los informes anuales de la Oficina de la ONU para la droga y el delito (UNODC), por delante de otros países productores como Afganistán, Líbano o Jamaica.

El cultivo del canabisse concentra principalmente en las montañas y los valles del Rif, en el norte de Marruecos, y las regiones aledañas, y se considera que es el principal sustento de unas 90.000 familias en esa región, sin que eso las saque de la pobreza, pues los principales beneficios se generan en la red de intermediarios que conducen la droga a Europa.