La primera ministra británica, Theresa May, concluyó hoy una de sus últimas cumbres europeas sin las garantías legales de los Veintisiete que buscaba para convencer al Parlamento británico de que apoye su acuerdo del "brexit", bloqueado por la falta de un límite temporal en la salvaguarda para Irlanda.

La última reunión de líderes europeos de 2018, inicialmente centrada en inmigración y la reforma del euro, acabó dominada por la salida británica de la Unión tras una semana en la que May se ha visto obligada a posponer la votación parlamentaria sobre el acuerdo, que hubiera concluido previsiblemente en derrota, y a viajar a Bruselas buscando garantías legales adicionales.

"Yo no tengo el mandato para organizar más negociaciones. Tenemos que excluir cualquier tipo de reapertura de las negociaciones", zanjó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, cerrando así la puerta a cualquier aclaración vinculante sobre la salvaguarda irlandesa.

La falta de un límite temporal en esta solución de emergencia para Irlanda, que se pondría en marcha si no hubiera un acuerdo para la futura relación entre Londres y Bruselas cuando el Reino Unido se desvincule por completo de las estructuras comunitarias, es uno de los principales obstáculos para la aprobación del acuerdo del "brexit" en el Parlamento británico.

Un gran número de diputados británicos creen que el hecho de que este plan de emergencia no tenga fecha límite de aplicación podría suponer que el Reino Unido quedara vinculado a las estructuras comunitarias mucho tiempo después de que se consume el "brexit".

Tanto Tusk hoy como los líderes de los Veintisiete en sus conclusiones, publicadas en la noche del jueves, reafirmaron la determinación europea de que el acuerdo de salvaguarda, que consideran una "póliza de seguro", no llegue a entrar en vigor.

Según explicó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, la salvaguarda permite al bloque europeo entrar en las negociaciones sobre las futuras relaciones con el Reino Unido sin que la posibilidad de una frontera física con Irlanda se pueda usar como "moneda de cambio".

En el caso de que Londres y Bruselas no hubieran acordado su relación futura para el 1 de enero de 2021 y este plan de emergencia tuviera que ponerse en marcha, los Veintisiete subrayaron que "se aplicaría de forma temporal" y la UE "pondría sus mejores esfuerzos" para negociar y concluir rápidamente un acuerdo sobre la futura relación entre Londres y Bruselas que reemplazara a la salvaguarda.

Más allá del "brexit", la última cumbre del año para los líderes europeos se zanjó con pocos avances en materia migratoria, con unas conclusiones en las que únicamente pasan revista a la inmigración irregular y a las propuestas presentadas en los últimos años en ese ámbito, en particular para reformar el régimen de asilo común.

Además de constatar el constante descenso de los flujos migratorios hacia Europa, los Veintisiete pidieron a las instituciones europeas que terminen de negociar rápido la propuesta sobre la Agencia europea de Asilo y el refuerzo de Frontex.

Sobre Frontex, valoraron que los países hayan acordado su futura intervención en los retornos de inmigrantes irregulares y en la gestión migratoria en terceros países.

Sin embargo, evitaron mencionar los puntos más espinosos de esa propuesta, como el número de agentes adicionales necesarios de aquí a 2020 (que Bruselas cifra en 10.000) o la manera de garantizar que las nuevas tareas de Frontex no interferirán en cuestiones que afecten a la soberanía del país donde opere, un asunto que preocupa a España y otros países.

Pidieron también "más esfuerzos" para concluir la negociación de una directiva que facilitará los retornos de inmigrantes y otra del sistema europeo de asilo común, bloqueado desde hace dos años.

En materia económica, los líderes dieron su visto bueno al acuerdo para reforzar la eurozona frente a posibles futuras crisis, que incluye medidas para mejorar la respuesta ante quiebras bancarias y dar más poder al Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate.

En una declaración adoptada hoy, los líderes comunitarios -salvo el Reino Unido- piden también empezar a trabajar en un "instrumento presupuestario para la convergencia y la competitividad en la eurozona", cuyas características quieren tener acordadas en junio de 2019.