El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, ganó hoy una votación en el ámbito del Partido Liberal en la que se jugaba su liderazgo contra el titular del Interior, Peter Dutton, por la crisis generada por su plan energético.

Turnbull obtuvo 48 votos a favor, mientras Dutton consiguió 35, según anunció a la prensa la encargada de los procedimientos disciplinarios de esa formación política, Nola Merino.

En la votación a puerta cerrada en Camberra, la ministra de Exteriores, Julie Bishop, fue ratificada como la número dos de los liberales al ser la única candidata.

Tras conocerse los resultados, Dutton dimitió a su cargo como ministro, aunque seguirá ejerciendo como legislador sin cartera.

Se espera además una recomposición del Gabinete para mitigar la crisis generada por las discrepancias en torno al llamado plan de Garantía Nacional Energética (NEG), que pretende rebajar los precios de la electricidad.

La presión del ala conservadora de los liberales, que sigue apostando por las plantas de carbón generadoras de energía, obligó ayer a Turnbull a aplazar la legislación para reducir la emisión de gases contaminantes.

La victoria de Turnbull al interior de su partido no le aseguraría la permanencia ya que en la última década se ha dado una serie de pugnas por el poder tanto en los gobiernos conducidos por la coalición Liberal-Nacional, y la de los Laboristas.

En 2010, el primer ministro laborista, Kevin Rudd, perdió el cargo y las riendas de su partido en una moción de censura.

El cargo le fue arrebatado por Julia Gillard, a quien Rudd respondió con la misma moneda tres años después, justo antes de perder las elecciones ante Abbott en 2013.

Dos años más tarde, Turnbull asumió el cargo de primer ministro de Australia al arrebatarle el poder a Abbott y un año después ganó los comicios electorales, aunque la coalición que dirige solo tiene un escaño de mayoría en el Parlamento y debe negociar los votos en el Senado.

Una reciente encuesta indica que los laboristas cuentan con el 55 por ciento de los apoyos frente a un 45 por ciento de la coalición, en el cálculo entre dos partidos, lo que supondría que el Gobierno perdería 20 escaños en unas elecciones generales.