El almirante Ronny Jackson, nombrado hoy secretario de Asuntos de los Veteranos, ya trabajó como médico presidencial para George W. Bush y Barack Obama, pero no fue hasta hace unos meses, cuando recomendó al presidente Donald Trump dieta y ejercicio para perder peso, que los estadounidenses le descubrieron.

En una rueda de prensa, Jackson también dijo entonces que Trump gozaba de una salud "excelente" y que "tiene unos genes increíblemente buenos", un diagnóstico que llegó como un salvavidas para el presidente en un momento en el que la opinión pública estadounidense se cuestionaba su capacidad para gobernar.

Hoy, Trump recompensó a Jackson nombrándolo secretario de Asuntos de los Veteranos, una cartera aparentemente de bajo perfil pero muy sensible y que gestiona el segundo mayor aparato burocrático del Gobierno: un presupuesto anual de 186.000 millones de dólares y una plantilla de 360.000 empleados dedicados sobre todo a la atención médica de los excombatientes.

Nacido en 1967 en Levelland (Texas), Jackson es un almirante que antes de ingresar en la Armada se graduó como biólogo marino en la Universidad de Texas A&M en 1991 y como médico en 1995 en la Universidad de Texas.

Ese mismo 1995 ingresó a la Armada de EE.UU. como médico y siguió sus estudios con un programa militar de medicina submarina. Graduado con honores y destacado para la medicina submarina e hiperbárica, se desempeñó en los siguientes años como instructor de submarinismo y rescate y como médico submarino.

Trabajó en bases militares en Florida, Sigonella (Italia) y Virginia hasta que en 2001 empezó su residencia en emergencias médicas en un hospital militar de la Armada.

En el 2005 lo enviaron a Irak a cargo de la unidad de reanimación en la base militar de Al Taqqadum, al oeste de Bagdad.

Estando en Irak, el entonces presidente estadounidense, George W. Bush, lo reclutó como médico para la Casa Blanca, un cargo que ha mantenido hasta hoy también con Barack Obama y Donald Trump en el poder.

Tras más de una década en la Casa Blanca, su carrera como médico presidencial pasó al estrellado en enero, cuando ofreció una rueda de prensa para reportar los resultados de un examen médico al que Trump se sometió en medio de especulaciones sobre su estabilidad mental, alimentadas por el polémico libro "Fire and Fury".

"No veo ninguna razón en absoluto para pensar que el presidente pueda tener ningún problema en absoluto con su razonamiento (...) Su mente es muy aguda, está intacta", dijo Jackson, que evaluó la salud cognitiva de Trump después de que él mismo se lo pidiese.

También afirmó que Trump "está en forma para ejercer su deber (de presidente), durante el resto de su mandato e incluso durante el resto de otro mandato si fuera elegido" de nuevo en 2020.

Más allá de su buena salud cognitiva, del examen médico se supo que Trump tenía sobrepeso y rozaba la categoría de obeso, con un índice de masa corporal de 29,9 con sus 108,4 kilos y 1,92 metros.

Jackson anunció que prepararía un plan combinado de dieta y ejercicio para que Trump bajase entre cuatro y siete kilos este 2018: "A él le entusiasma más la parte de la dieta que la del ejercicio, pero vamos a hacer las dos cosas".

Sin experiencia conocida en el campo de la gestión y a falta de que el Senado le confirme para el puesto, Jackson será el próximo secretario de Asuntos de los Veteranos en sustitución de David Shulkin, el único sobreviviente de la era Obama cuya reputación había caído debido a varios escándalos.

En los planes de la Casa Blanca para el departamento de Jackson está que un mayor número de excombatientes pueda recibir atención médica privada fuera del actual sistema público, una idea por la que abogan los hermanos multimillonarios Charles y David Koch, importantes donantes republicanos.

De las respuestas que ofrezca Jackson sobre estos planes para privatizar la atención médica a los excombatientes y sobre su capacidad de Gestión, dependerá que el Senado le dé su visto bueno.