El Gobierno de Etiopía informó hoy de que el estado de emergencia decretado ayer, después de que el primer ministro, Hailemariam Desalegn, dimitiese el jueves de su cargo, durará seis meses y podrá ser ampliado a otros cuatro, informaron medios locales.

"El consejo de ministros se reunió de emergencia ayer para hacer un seguimiento de los acontecimientos en el país que amenazan la seguridad y el orden constitucional", explicó el ministro de Defensa, Siraj Fegessa, hoy en una rueda de prensa.

El gabinete ordenó el estado de excepción "después de los recientes acontecimientos en el país que amenazan la seguridad", y que le hizo considerar "crucial" promulgarlo, ya que "las amenazas de seguridad no pueden abordarse con los procedimientos de seguridad ordinarios", dijo en un comunicado.

Hailemariam Desalegn dimitió el jueves de su cargo, en el que llevaba casi seis años, así como de su puesto de presidente de la coalición gobernante, el Frente Democrático Revolucionario Etíope (EPRDF), "para ser parte de la solución de la preocupante situación que atraviesa el país".

Al menos diez personas han muerto esta semana en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad durante una huelga de tres días en la región de Oromia, donde vive uno de los principales grupos étnicos del país.

Esta crisis ha provocado disputas entre los cuatro partidos regionales que conforman la coalición gobernante EPRDF, sobre todo entre los dos que representan a Oromia y Amhara y el dominante Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF).

Desde comienzos del año, el Gobierno ha indultado en torno a mil presos políticos en un gesto de "consenso nacional".

El Gobierno levantó el estado de excepción el pasado agosto, después de nueve meses de alerta a causa de protestas antigubernamentales que acabaron con centenares de muertos y más de 20.000 detenciones.

Es la segunda vez en menos de dos años que el Ejecutivo etíope adopta esta medida extrema.

El Gobierno declaró el estado de excepción tras diversas protestas en las regiones de Oromia y Amhara, durante el festival Irrecha (el Día de Acción de Gracias del pueblo Oromo), del pasado 2 de octubre de 2016.

En la ola de protestas registradas en 2016, al menos 800 personas murieron en el país africano, según datos de Amnistía Internacional.

El régimen etíope afronta un movimiento de contestación antigubernamental sin precedentes en los últimos años, al que además de la etnia oromo se han sumado los amara, el segundo grupo mayoritario, que también se consideran marginados por el Gobierno.